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Pedro de la Hoz se está buscando otro gaznatón en la jeta

Con la cara más roja que un tomate, y temiendo una andana de golpes, Pedro de la Hoz, salió más rápido del lugar, que Tortoló de Granada, cuando vio la 82 División Aerotransportada de EE.UU.

Pedro de la Hoz comunista
Al comunista Pedro de la Hoz un día en Cuba le explotaron la cara

Pedro de la Hoz, un intelectual de segunda en Cuba, se está buscando otro papazo en su cara. No sería el primero, ya una vez se la explotaron

Cada vez que Pedro de la Hoz saca sus cascos en el Granma, no sé porqué me viene a la mente el día en que delante de todos, corrió más en marcha atrás que César Évora frente a Desiderio Navarro.

Del cuento de Évora huyéndole a Navarro por toda la calle G, desde 3ra a 5ta, ya les contaré un día, pero ahora toca hablar de Pedro de la Hoz, un intelectualoide de segunda en Cuba, que tiene la rara habilidad de juzgar todas las obras artísticas, pasándolas primero por el filtro de la Revolución.

De la Hoz, uno de los fieles dentro de la intelectualidad criolla, a cada rato aparece en Granma, cuando hay polémica y debate, para decir cuatro o cinco tonterías enmascaradas bajo un perfil marxista; tan desapegadas a la realidad, tantas veces, que no pocas de ellas se ha buscado problemas este hombre, hosco, bigotudo y hábil en moverse de un lado al otro, de una presidencia a otra, sin escalar más allá de lo necesario porque el pobre, claro está, se conoce bien limitadito.

Sé que muchos dirán que no; que de la Hoz es “un gran crítico” ¡Por favor! Pedro de la Hoz, dentro de la crítica cultural en Cuba es como Paquita de Armas Fonseca, pero en versión masculina.

No le llega a los zapatos a Joel del Río, ni a Frank Eduardo Padrón, ni a Dean Luis Reyes. Mucho menos a Gustavo Arcos; y dicen quienes le conocen, que su Némesis era el difunto Rufo Caballero.

Sin embargo, Pedro de la Hoz siempre ha querido ser y decir, y por decir, no pocas veces “se pasó tres pueblos”.

Una de esas veces en que de la Hoz se equivocó, y mucho, hasta rozar con el absurdo de una persecución, azocó tanto al críticado, se empeñó tanto en aplastarlo, o al menos en intentarlo, que la víctima decidió ir a confrontarlo cara a cara.

Uno pensaría que Pedro de la Hoz, con esa andanada de argumentos culturales por dentro, y con esa cuerpa de tortuga ninja caribeña, sería capaz de enfrentar a cualquier boxeador de la división de 81 kilogramos hacia abajo, pero en su caso, en su triste caso, el día que sucedió esto que aquí les cuento, me recordó la fábula del ratoncito que, para poder enfrentar a un gato, le pidió un deseo a un hada madrina: tener el cuerpo de un león.

Sucedió a la salida de una Conferencia en el Teatro Martí.

Pedro de la Hoz, que le tenía la vida hecha un yogourt al joven Carlos Velazco, a raíz de una investigación hecha sobre la vida y obra del escritor Guillermo Cabrera Infante, un libro que por cierto recomiendo muchísimo a los seguidores de este portento de la literatura hispanoamericana, salía del lugar, en el año que se celebró el bisiesto de la Muestra del Cine Joven.

En la calle, lo esperaba Velazco.

El joven se acercó, lo tocó por los hombros, Pedro de la Hoz se volteó y argggg, un escupitajo con rabia cayó en su cara.

De la Hoz, exhaltado por la afrenta, se limpió con asco la saliva y de inmediato puso la reversa, pero su retroceso fue tan lento, debido a su peso, que a Velazco, más ágil le dio tiempo más que suficiente para plantársele delante.

¡Zuábana! se oyó en toda la calle, casi que como el disparo del arma de la prostituta que mató a su tocayo, Pedro Navaja.

Solo que Pedro – de la Hoz – en lugar de caer en la acera mientras veía , quedó de pie, asustado, con la cara que parecía haber visto un esperpento o un muerto. En su cachete derecho, en su faz mulata, le quedaron marcados cinco dedos.

Con la cara más roja que un tomate, y temiendo una andana de golpes, Pedro de la Hoz terminó de sacar su pie del clutch.

Dicen, a mí no me pregunten porque yo estaba un poco tomado ese día y más nunca regresé a La Habana, que todavía está allí, sobre el pavimento marcada, la huella de la suela de sus zapatos.

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Redacción Cubanos por el Mundo

Written by Sergio Prado

Sergio Prado es Licenciado en Periodismo por la Universidad de La Habana. Nació en el año 1966 y ejerció importantes funciones dentro del periodismo en Cuba hasta que se marchó del país en el año 2004. Completó en España y México varios doctorados y maestrías.

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