Maestros y enfermeros abandonan la carrera por el campo, aún con las dificultades de ser productores cubanos, según recoge un reciente reportaje de la prensa oficial desde Pinar del Río, Cuba. El testimonio de quienes dejaron atrás su profesión para dedicarse a la siembra, describe las razones económicas que los motivaron, así como las dificultades que en el día de hoy enfrentan.
Es así el caso de un cubano identificado como Isael Cruz, quien egresó como educador en el área de Humanidades y abandonó la profesión por los bajos salarios que devengaban los maestros en Cuba. Durante tres o cuatro años reconoce haber ejercido, y aunque le gustaba su profesión, el sueldo era muy bajo y decidió irse a la vega. Hoy, aun con el aumento salarial en medio del (des) ordenamiento, tampoco está dispuesto a volver a las aulas.
Este maestro ahora se dedica a sembrar tomate, frijol, maíz y hasta calabaza, como recomendara el espía cubano Gerardo Hernández. Pero como toda actividad en Cuba, la siembra es un camino empinado, que en el último año lo hizo perder su producción de frijol y tomate debido a las plagas. Los altos precios de las semillas son una de las trabas que enfrenta, así como el abono.
También está el relato de Eduardo Diego Cruz, quien en su caso abandonó la enfermería por la siembra. Los últimos diez años se ha dedicado a la cosecha, a un año de terminar sus estudios. Forma parte de los “elegidos” por el régimen de la isla para la siembra de papa, aunque nunca lo ha hecho. El precio del combustible, que afecta a los productores del país, es su mayor preocupación, aun cuando cuenta con la maquinaria para trabajar sus tierras.
Su promedio de consumo es de 150 a 200 litros de combustible por día, sin mencionar lo que necesita para movilizar a su personal, dinero que la mayor parte del tiempo sale de su bolsillo, aunque en ocasiones ni siquiera pueda conseguirlo en el Cupet. También refieren que asumen el pago de la alimentación de los trabajadores, así como los salarios de ellos, para llevar a cabo la producción que pueden perder en un abrir y cerrar de ojos, sin seguro alguno y con demoras en los pagos de las cosechas.
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Los productores cubanos enfrentan grandes dificultades a la hora de trabajar la tierra, aun cuando el mensaje oficial está orientado a presionar al sector agrícola y agropecuario a producir más alimentos. Las limitaciones van desde el alto costo de semillas, insumos o el mismo combustible, además del incremento de las tarifas eléctricas. Todo sin contar de las preocupaciones por el robo de cosechas en el horario nocturno.
Y aunque el régimen cuenta con un gran aparato represivo, la seguridad en estas zonas es prácticamente inexistente, y los productores cubanos no cuentan sino con algún trabajador que pernocte, insuficiente para cubrir toda la extensión de tierra. “Mi tierra mide de largo más de un kilómetro y 500 metros de ancho, no hay forma de velar tanto terreno, un motor y enrolladores. Es duro perder lo que con tanto esfuerzo se logra y no tenemos seguro”, indicó Diego Cruz.
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Redacción Cubanos por el Mundo