Las fantásticas momias halladas a finales de la década de 1990 han develado un nuevo misterio sobre los rasgos occidentales que presentaban dichos cadáveres, pese a haber sido encontrados en una remota y desértica cuenca del Tarim, en China.
Un nuevo estudio genómico revela el origen de los restos humanos momificados de forma natural que datan de alrededor del 2000 a. C. al 200 d. C., cuyos rasgos “occidentales” habían desconcertado a los científicos.
Los antiguos pobladores de la región de Xinjiang, al noroeste de China, enterraron a sus muertos hace 4.000 años en ataúdes de madera con forma de pequeños botes de remo y los cubrieron con pieles de ganado. Pero estos individuos se momificaron de forma natural a diferencia de los rituales egipcios. Ello debido a las excepcionales condiciones medioambientales de la zona.
Un equipo de investigadores internacionales analizó datos de todo el genoma de 13 de las primeras momias conocidas de la cuenca del Tarim, junto con cinco individuos en la cuenca vecina de Dzungarian. Los resultados fueron publicados este miércoles en la revista Nature, en lo que podría ser el primer estudio a escala genómica de poblaciones prehistóricas en China.
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¿De dónde provienen las famosas momias de la cuenca del Tarim?
Durante casi tres décadas, la apariencia y los rasgos occidentales de las momias (en una zona donde los pobladores poseen facciones orientales) generaron todo tipo de debates sobre los desplazamientos de humanos en la Tierra.
Se llegó a considerar que eran descendientes de pastores Yamnaya migratorios, otros situaron sus orígenes con los primeros agricultores de la meseta iraní.
The genomes of 13 remarkably preserved 4,000-year-old mummies from the Tarim Basin suggest they weren’t migrants who brought technology from the west, as previously supposed https://t.co/M9XedD84qr
— nature (@Nature) October 29, 2021
No obstante, y para sorpresa de los investigadores, los datos genéticos indican que las momias de la cuenca del Tarim no eran recién llegadas a la región en absoluto. Sino que parecen ser descendientes directos de una población del Pleistoceno (11.700 a. C.) que había desaparecido en la última Edad de Hielo.
De esta población, conocida como los antiguos euroasiáticos del norte, sobrevive solo una fracción en los genomas de las poblaciones actuales. Entre ellas, los indígenas de Siberia y América tienen las proporciones más altas conocidas, alrededor del 40%.
El análisis de los dientes de varias de estas momias ha desvelado que esta población consumía leche de vaca, oveja y cabra y que conocía las diferentes culturas, cocinas y tecnologías de las comunidades de su alrededor.
“La reconstrucción de los orígenes de las momias de la cuenca del Tarim ha tenido un efecto transformador en nuestra comprensión de la región, y continuaremos el estudio de los genomas humanos antiguos en otras épocas para obtener una comprensión más profunda de la historia de la migración humana en las estepas euroasiáticas”
concluye Yinquiu Cui, firmante del artículo compartido en la revista Nature
Redacción Cubanos por el Mundo