Fernando León Jacomino quiere quitarse de encima, desde hace rato, a Fernando Rojas.
Lo ha intentado todo. Lo ha puesto en malas con Alpidio reiteradamente; y no le perdonó a Fernando que se le encarara al Ministro Boxeador en reunión ultrasecreta cuando los del 27 de noviembre del 2020 y lo llamara delante de todos “pendejo”.
A cada rato, cuando puede, suelta una podría que le sirve a sus intereses. Como ahora, que Fernando Rojas está en México y – dice nuestra informante de siempre en el Ministerio de Cultura – que le están gestionando la plaza de Agregado Cultural en el país azteca.
Fernando León Jacomino incluso se ha encargado de mover hilos “extraños”. Ha resultado raro verlo ¡hablando bien de Fernando Rojas!
Ha llegado a decir que Fernando es más talentoso que su hermano Rafael, y cuando tiene que justificar lo mal que le ha ido en la vida (hija se fue del país, la esposa lo dejó, no tiene dónde vivir fijo en La Habana) le echa la culpa al hecho de que a Fernando le gusta halarle el rabo a la jutía. O sea, empinar el codo.
Vaya, que es curda. Más curda incluso que Kiki Corona, quien ha heredado el nombrete de Kiki Coronilla.
Pero si por un lado habla “bien” de Fernando Rojas, con la intención explícita de que se lo lleven para México, y lo hace delante de quienes pueden decidir el envío de Fernando a ese país, por “el bajo mundo” riega anécdotas de Fernando, como esta que les contaré a continuación y que fue verificada por mí hace una semana con el director de cultura de Mayabeque.
Resulta ser que a Fernando Rojas, de toda una vida le han gustado los viajes a provincia. Como nunca tuvo apego por su casa y sí por su trabajo, al estilo de un revolucionario sacrificado, cada viaje que quedaba colgando en el aire lo cogía. Y si no se lo inventaba.
Según contaba Fernando León Jacomino en un círculo íntimo de amigos, entre los que yo me encontraba de casualidad, sin él saber que Carlos René Escobar Díaz, el director de cultura de Mayabeque, es mi socio desde que él era un fiñe, un día, Fernando Rojas regresaba de noche a La Habana cuando le dio botella a una jabá. Una flaca, para más señas. Y con algunas pecas.
Fernando venía con el pico caliente y confianzú como siempre ha sido, le puso una mano encima del muslo a la chica, que al parecer sabía que aquel era un peje grande y se dejó.
Luego de par de palabras, Fernando detuvo el auto y se calentó, hasta perder los pines con la muchacha.
El problema, contó Jacomino entre nosotros – éramos solo 5 – es que Fernando iba para La Habana y la chica no llegaba a La Habana, así que ella le propuso que buscara algo, y Fernando que estaba a tan solo 30 kilómetros de su casa, se le ocurrió llamar a Carlos René Escobar Díaz, el director de cultura de Mayabeque, para que este le buscase una casa de visita, donde quedarse, pasar la noche, quimbarse a la jabá.
Yo sé que Carlos René tiene bola de singao, y que nadie lo soporta – ni yo a veces – pero al menos a mí nunca me ha dicho mentiras. Así que lo llamé, le pregunté y me lo confirmó.
No que es un singao, eso nunca me lo diría; lo que me confirmó fue la anécdota.
Según él, eso sucedió tardísimo, y a esa hora, él se tuvo que poner a buscar dónde alojar a Fernando Rojas.
“Fernando estaba en en la carretera que va de Jamaica a las Ocho Vías. En Mayabeque hay una sola casa de Protocolo. A esa hora me tuve que poner a inventarle condicones a Fernando, porque él es medio burguesón,” me contó Carlos René, a quien por cierto, nunca le pregunté si todavía estaba de Director de Cultura de Mayabeque, así que me disculpan si no es así.
“El problema no era solo ese; es que a esa hora me tuve que motorizar y conseguirle una botella de Chivas, porque él es alcohólico, pero no toma cualquier mierda. Y también una caja de cerveza. Es muy fácil ser viceministro, pero los que tienen que mamársela somos nosotros”.
Según Carlos René, Fernando se quedó dos días en la Casa de Protocolo, aunque la muchacha se fue ese mismo día, en un taxi que Fernando le pagó.
“Él no pudo llevarla. Estaba muy borracho. Bueno, todo el que conoce a Fernando sabe que se noquea cuando toma,” señaló.
Lo interesante de esta anécdota es que Fernando León Jacomino no se sabía el detalle de la botella de Chivas Regal ni la cerveza; o tal vez sí. Quién sabe si guardó el detalle para uno de estos días, cuando nos reunamos otra vez y otra vez vuelva él intentar serrucharle el piso a Fernando.”
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