¡Pedirle peras al olmo! ¡A la piedra que dé aceite! Eso es lo que ha hecho un grupito de comunistas capitalinos, funcionarios y dirigentes de a la una mi mula, a las dos mi reloj, ante “el viceprimer ministro y Comandante de la Revolución” Ramiro Valdés Menéndez.
Ramiro asistió al balance anual del Grupo Empresarial de la Industria Química, desarrollado en La Habana, una reunión que, según el diario Tribuna de La Habana “inició con un vídeo y la convocatoria de superar obstáculos a partir de la máxima resistencia, con máxima creatividad, realizada recientemente por Miguel Díaz-Canel, Primer Secretario del Comité Central del Partido y Presidente de la República.”
¡Vaya! ¡Que me lo creo! ¿Eh?
¿Ustedes saben lo que significa pedir “renovación” ante uno de los fósiles vivientes de la Guerra Fría y “el enfrentamiento al enemigo yanqui”?
La palabra “creatividad” para este hombre suena como una mala palabra. Y la resistencia… Tal vez piense que es una resistencia de un circuito eléctrico, porque este hombre no es de los que ha resistido, porque nunca le ha faltado nada. Incluso en pleno Período Especial, época en que a millones de cubanos le faltaba la luz hasta las 24 horas del día, este hombre mantenía iluminada por las noches su extensa propiedad en Jaimanitas, tan grande como un estadio de béisbol y casi con la misma cantidad de luces y lámparas en la cerca perimetral, que las que posee el Estadio Latinoamericano.
Ante este dinosaurio castrista, Antonio Silverio Veitía, funcionario del Comité Central; Eloy Álvarez Martínez, ministro de Industrias; Vladimir Regueiro, viceministro primero de Finanzas y Precios, además de representantes de organizaciones políticas y de masas, hablaron de “la importancia de alcanzar eficiencia en este sector” (el de la industria química), el cual catalogaron de “trascendental para el desarrollo de toda la economía, los servicios y la sociedad”.

En el informe leído ante Ramiro Valdés Menéndez se habló de “la necesidad de un salto en la diversificación de producciones e impulsar inversiones, que garanticen renglones destinados a la agricultura, la salud pública, alimentación y otras líneas estratégicas” y se dijo que para lograrlo era necesario – “exigir” dijeron – “un cambio de mentalidad, innovar, elevar el protagonismo de la empresa estatal socialista, evitar depender de financiamientos de organismos centrales y lograr mayor esfuerzo de trabajadores, especialistas y directivos.”
Ramiro Valdés Menéndez dijo que para lograrlo “cada cual tiene que hacer lo que le corresponde, en el momento adecuado”, aunque es sabido que él, hacer, lo que se dice hacer, nunca ha hecho nada e “insisitió en enfrentar los hechos delictivos que ocurren en los barrios, elevar el papel de las organizaciones de masas y combatir tanto en el espacio real,” momento que hubiese sido idóneo para que cualquiera de los presentes le recordase que los hechos delictivos, los está enfrentando el mismo pueblo, porque los policías y los vehículos policiales parecen destinados exclusivamente a vigilar a los opositores, activistas y familiares de los presos políticos.
Además, Ramiro Valdés Menéndez “instó a mantener el seguimiento a cronogramas de importantes inversiones, como es el caso de la industria del vidrio, y promover proyectos científicos que demuestren resultados a corto plazo.”
¡Efectos! ¡Ni a largo plazo!
Por si fuera poco, para remachar – ponerle la tapa al pomo, si hubiera tapa – Ramiro Valdés Menéndez orientó “tener siempre presente el concepto de Revolución de Fidel Castro”, para lo cual evocó la anécdota aquella, fuera de contexto completamente, cuando el Cenicero Andante, luego del combate de Alegría de Pio en la Sierra Maestra y con solo 12 hombres, dijo: “Ahora sí ganamos la guerra”.
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