La mal llamada “potencia médica” de Cuba lo volvió a hacer, esta vez, con una habitante de La Habana que vivió una auténtica pesadilla cuando se sometió a una cesárea.
En una denuncia extendida al periodista Alberto Arego, Vanessa Palomino relató por todo lo que tuvo que pasar al momento de la “cirugía”, que más bien pareció toda una película de terror.
“Pasé todo un mes en el proceso. Curas a sangre fría y todo traído de afuera, porque aquí no hay nada de nada, ni siquiera guantes. Hace ya más de un mes ingresé en el Hospital de Marianao, Maternidad Obrera, específicamente el 21 de febrero de 2023. Llegando me dicen que mi niña podía ser un SIUR (retraso del crecimiento intrauterino) por bajo peso. Me indican ultrasonido y análisis y los resultados son que tenía anemia y que estaba perdiendo líquido”, dijo la mujer.
Un día después de su llegada a ese hospital de La Habana, Vanessa contó que pretendía ingresarla al salón sin antes haberla preparado. “Me pusieron sonda un minuto antes de entrar”, acotó.
Peor aún resultó cuando se conoció que fue atendida por dos estudiantes experimentados, y por si fuera poco, el salón estaba en las peores condiciones posibles, incluso lleno de moscas.
“El salón sucio con mosca. Una higiene superpésima porque no se había ni limpiado después de la cesárea que realizaron para poder terminar la guardia más rápido. Me tuvieron que poner dos veces la raquídea porque el interno no pudo coger la médula como era. Empiezan a hacerme la cesárea y todos los médicos hablando. Te secan la sangre con gasas o pedazos de sábanas viejas porque no ahí con que aspirarte”.
Cuatro días después de la cesárea, los galenos tuvieron la osadía de tildarla de “vaga” porque no caminaba producto del dolor, cuando en realidad ni siquiera revisaban su herida.
Posteriormente, Vanessa fue sometida a una nueva operación porque, según sus propias palabras, “estaba podrida por dentro”.
“Me mandan para terapia en el Nacional. No había agua para bañarnos. Las enfermeras no querían trabajar. Específicamente en un turno, la muchacha se llama Elizabeth. No te atendía ni siquiera para darte agua. Si tenían que ayudarte en algo, te maltrataban y te daban por incorregible y todo el tiempo era una queja. Si fallecía alguien, se burlaban”.
La cubana aclaró que, si bien los doctores en el Nacional son buenos en su trabajo, no se percatan del constante maltrato al que son sometidos los pacientes.
“Hoy no sé qué fue todo lo que me hicieron porque ningún doctor me ha hablado claro. Todo lo contrario: ocultan la información (…) Me vaciaron por completo. No tengo útero. Y todos los órganos que pudieron sacar, pues me los quitaron”.
Palomino finalizó su denuncia agradeciendo a Dios, pues gracias a él es que puede contar este infierno que tuvo que soportar a esa “potencia médica” de la que tanto presume la dictadura, y que lo único que hace es poner en serio peligro la vida del pueblo.
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Redacción de Cubanos por el Mundo
