La tarde de este jueves 18 de mayo se dio a conocer que el defensor de la dictadura castrista Iroel Sánchez falleció en La Habana a los 58 años de edad.
Según fuentes consultadas por Cubanos por el Mundo, este personaje conocido por ser un chivato adepto al régimen castrista, habría fallecido el miércoles, pero no fue hasta hoy cuando la dictadura difundió la noticia en sus medios oficiales.
Medios castristas como Cubadebate calificaron a Iroel Sánchez como “intelectual cubano”. No obstante, quienes lo conocieron y compartieron con él constataron que no era más que otro fiel seguidor de los Castro que defendía a la mal llamada revolución que solo trajo hambre y miseria para la isla.
Meses atrás, se conoció que este defensor del régimen comunista se encontraba en un delicado estado de salud.
Iroel Sánchez, era considerado un “ideólogo” y uno de los corderos que usó la dictadura de La Habana para controlar desde la Internet “el pensamiento en las redes”.
Asimismo, el pasado mes de enero, fuentes de Cubanos por el Mundo confirmaron que los médicos de este defensor del castrismo aseguraban que “no llegaba a fin de año”, una profecía que se cumplió.
Iroel se encontraba hospitalizado desde hacía dos semanas, cuando tuvo una recaída y debió ser ingresado.
En los análisis hechos, los médicos descubrieron que el cáncer que había comenzado por el riñón y que le había hecho metástasis en las zonas cercanas del abdomen, se había diseminado por todo su cuerpo.
A sabiendas que moriría irremediablemente, Iroel se negó a ingerir alimentos y peor aún; se negó a recibir medicamentos que, según los propios médicos, no podrían hacer nada para salvarlo, y solo alargar su agonía.
En la última semana se negó a recibir inyecciones para el dolor, y según un trabajador de la sala donde se encontraba hospitalizado, se fue consumiendo poco a poco.
“Estaba seco,” dijo la fuente a Cubanos por el Mundo.
La muerte de Iroel Sánchez la lamentan y lamentarán cuatro gatos.
Enemigo a muerte de hermana, primos y sobrinos, quienes no dudaban en divulgar los malos sentimientos que albergaba este hombre, su paso por la crápula oficialista cubana no estuvo exenta de tropiezos.
Uno de los más notorios fue el que tuvo con el entonces Ministro de Cultura Abel Prieto, a quien solapadamente intentó serrucharle el piso con el ya fallecido dictador cubano Fidel Castro Ruz, quien le dio cordel todo lo que quiso hasta que se dio cuenta de las intenciones. Entonces, le hizo saber a Prieto.
Cuentan, quienes conocen la anécdota, que Abel citó a Iroel a su oficina y ahí mismo se formó el acabóse.
Trabajadores del Instituto Cubano del Libro cuentan cómo robaba, en contubernio con su chófer, paquetes de hojas que revendía luego este último en el mercado negro y le daba su correspondiente parte a Sánchez.
Ajena no nos resulta tampoco la anécdota de la ocasión en que le dio una patada a una puerta en una especie de cafetería en Buenos Aires y se robó una botella de Ron. Ni las incontables veces que toqueteaba por el hombro a jovencitas en los Congresos a los que asistía; o la ocasión en que se masturbó, borracho, delante de su esposa, mirando a una joven mujer a la que le habían dado refugio temporal en su casa.
Tampoco es ajena la anécdota de las cientos de personas a las que censuró, expulsó, delató o hizo la vida simplemente imposible en los lugares que dirigió. O la ocasión en que se equivocó a rajatabla con el destacado comediante cubano Osvaldo Doimeadiós y terminó siendo “llamado a contar”, casi pidiendo disculpas, retractándose de lo dicho.
O las listas “negras” que elaboró; aunque sin dudas su caso más sonado fue la ocasión en que formó una perreta comunista en la tienda La Puntilla por unas manzanas, que culminó con seis personas en la cárcel, algunos de ellos con más de media década de prisión.
Tampoco, como expresa en su comunicado el Ministerio de Cultura, era un “intelectual”. Iroel Sánchez era muy conocido por escribir “copiando y pegando” o citando a otros. Su obra, si es prolífica, lo es en cuanto a volúmenes publicados, no por la calidad de lo escrito.
Al ser un individuo vinculado fuertemente al gobierno, ladino y suspicaz, que a la vez se codeó de la intelectualidad y por ello hasta fue director del Instituto Cubano del Libro, pudo publicar varios volúmenes, todos sin calidad alguna, de cuestionable valor literario.
Iroel Sánchez murió… ¡bien muerto está! Hasta en su propia familia lo celebran. Ya sus hijos no tendrán que preocuparse porque él les coma la comida.
Con la colaboración de Siro Cuartel
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Redacción Cubanos por el Mundo