¡Ahh, la maravillosa y siempre enigmática ley de Soberanía y Seguridad Alimentaria! Hoy nos encontramos en el Cotorro, donde una reunión de alto nivel se ha llevado a cabo para analizar su implementación. Porque, ¿quién necesita alimentos cuando puedes tener leyes sobre alimentos, verdad?
Al parecer, el objetivo de esta norma es garantizar la disponibilidad de alimentos nutritivos, inocuos y asequibles. Un objetivo tan noble como irrealizable, si nos fijamos en el estado actual de nuestras neveras en las casas. Bueno, aquellas que tienen algo.
Durante el encuentro, cubierto por el medio oficialista Tribuna de La Habana, se abordó el tema de la tierra, la impostergabilidad de explotar todos los espacios, y revisar si se están cultivando los terrenos ociosos entregados en usufructo. También se discutió sobre qué productos sembrar y cómo facilitar la vida de los productores. Porque, al fin y al cabo, ¿qué podría ser más fácil que decidir por los agricultores qué cultivar? ¿Quién, sino esos dirigentes cubanos, sabe de todo y más que nadie, de lo que es mejor? ¿Acaso existe algún campesino que sepa más que ellos, que trabajan en oficinas con aire acondicionado?
Se preguntaron ¿Cómo organizar la producción para garantizar mayores volúmenes de productos? ¿Cuánta tierra ociosa o deficientemente explotada existe aún? ¿Cuánto cuesta producir cada alimento y cuánto se le pone por encima en el precio? ¿Por qué no todos los usufructuarios de tierra tienen contrato? Preguntas tan relevantes como las respuestas que obtuvieron, que no fueron muchas.
El encuentro fue presidido por una lista de nombres tan larga que necesitaríamos otro párrafo para mencionarlos a todos, pero entre ellos estaban Yanet Hernández, la gobernadora electa de La Habana, y Diosnel San Loys Martínez, viceministro de la agricultura. Imagino que es reconfortante saber que, a pesar de la falta de alimentos, no nos faltan altos cargos.
El viceministro comentó sobre una modelación que se realiza en el Cotorro para controlar la tenencia y uso de las tierras en Cuba, que, por cierto, detectó cerca de 300 hectáreas sin uso en un solo consejo popular. ¿Será que han encontrado finalmente dónde sembrar esas patatas mágicas que siempre prometen pero nunca llegan?
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Al parecer, las empresas estatales tendrían prioridad en la entrega de las tierras ociosas o poco explotadas identificadas. Porque, como todos sabemos, cuando tienes un problema, lo mejor es darle más poder al estado. ¡Eso siempre funciona!
Yanet Hernández llamó a revisar todo lo que se ha hecho hasta el momento con un enfoque de interseccionalidad y a cambiar la mente para demostrar que La Habana puede hacer lo que se está indicando desde la dirección del país. Aunque, personalmente, yo preferiría ver un cambio en la nevera antes que un cambio de mente.
Pero, en fin, al menos se reconoció que hay muchas cosas que mejorar en la alimentación actual, con ofertas deficitarias y precios elevados. Y se mencionó la necesidad de avanzar más rápido en la producción y la contratación. Pero, ¿quién necesita alimentos cuando puedes tener discursos sobre alimentos, verdad?
En resumen, se abordaron muchos temas, se hizo un montón de ruido, y al final del día, seguimos sin saber cuándo podremos llenar nuestras neveras.
Así que, ahí lo tienen, queridos lectores. Mientras continuamos esperando que los alimentos aparezcan mágicamente en nuestros platos, podemos estar seguros de que al menos nuestros líderes están muy ocupados… hablando de ello.
Y así concluye otro capítulo en el cuento de la buena pipa de la Tierra, los alimentos y la soberanía alimentaria. Porque, al final del día, ¿quién necesita comida cuando puedes tener buenas historias para contar, verdad?
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