Luego del asesinato del médico cubano Pablo Corrales Sussi, reportado durante la noche del viernes, se conoció que el profesional de la salud se veía en la obligación de laborar en su motocicleta para poder sobrevivir en la miseria de la isla.
Así lo dio a conocer el medio independiente CubaNet, luego de conversar con otros motoristas de La Habana, provincia donde ocurrió este nuevo crimen que conmocionó a muchos habitantes.
“Él boteaba aquí en la plaza para ganarse unos pesos extras, como hacemos todos los cubanos. Su moto era una marca Suzuki 115 que, aunque no estaba muy buena, sus piezas tienen gran valor en el mercado negro”, dijo al medio citado una fuente que prefirió mantenerse en el anonimato.
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Trascendió que fueron estos mismos motoristas quienes informaron a la madre del médico cubano sobre el hallazgo del cuerpo sin vida. Cabe recordar que tanto la familia como los pacientes, tenían las esperanzas de encontrarlo sano y salvo. Lamentablemente, el desenlace fue el peor de todos.
Contaron que a la madre se le hizo difícil reconocer el rostro de su propio hijo, pues este estaba desfigurado luego del crimen, aunque no supieron decir si fue por descomposición o por los golpes recibidos.
“Nosotros fuimos los que llevamos a su mamá hasta Medicina Legal para reconocer el cadáver, aunque no pudo hacerlo porque tenía el rostro desfigurado. No dijeron si por descomposición o por golpes”.
Los motoristas también se mostraron sorprendidos por el hecho de que la víctima era una persona tranquila, y que incluso era muy selectivo a la hora de escoger a sus clientes.
“Él escogía a los clientes, era una persona muy desconfiada en ese sentido. Precisamente porque temía a los asaltos y después de las 6:00 de la tarde no daba una carrera más”.
El médico cubano desapareció a comienzos de la semana pasada, y pocos días más tarde, su familia recibió la espantosa noticia de su muerte.
La delincuencia en Cuba ya alcanza niveles alarmantes, pero aun así, la dictadura no hace nada para hacer frente a ese problema. Ladrones, asesinos y violadores caminan a sus anchas por las calles, mientras que los inocentes son encerrados por delitos que nunca cometieron.
Redacción de Cubanos por el Mundo
