En una reciente publicación, el defenestrado Otto Rivero, aquel que su mentor llamó “indigno”, repasó lo que vivió tras su destitución.
Rivero, considerado uno de los talibanes del tirano Fidel Castro Ruz, estuvo al frente de lo que el Mentiroso en Jefe llamó “Batalla de Ideas”.
Su permanencia allí y todo su poderío terminó cuando el hermano de aquel innombrable lo llevó al plan pijama.
TE PODRÍA INTERESAR: Camagüey: Explosión destruye 14 motorinas y provoca un incendio
Una escueta nota, del 2 de marzo de 2009 (fecha que bien recuerda en su texto) consignaba que Otto Rivero Torres habría sido “liberado” de sus responsabilidades como vicepresidente del Consejo de Ministros.
Luego de esto vinieron las investigaciones que el mismísimo Raúl Modesto Castro Ruz ordenó, un “proceso”, que el mismo Rivero describe como “una prueba dura, durísima…”
De ser uno de los hombres fieles y guatacones del Coma-andante, pasó a convertirse en un don nadie y padeció lo que muchos cubanos de a pie.
Tuvo que renunciar a su puesto como Diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular, y de su condición del militante del Partido Comunista, el único legal en la isla marxista y totalitaria.
Alcohol, angustia y profunda depresión, lo que vivió Otto Rivero Torres… pero agradece a sus propios carceleros
Si una cosa salta a la vista es la profunda mediocridad de los llamados “cuadros” del régimen comunista, aupados al poder sin mérito alguno.
Ahí están personajes como Esteban Lazo, Susely Morfa o Salvador Valdés Mesa, por solo citar algunos que solo aprueban y-o aplauden como focas las ocurrencias y disparates de los de más arriba.
La lista es interminable. Otto, un parqueador en la terminal de ómnibus urbanos de Santa Clara que se hizo Licenciado en Economía, no alcanza a poner la O con un tubo, pero fue trepador y arribista, a tal punto que llegó hasta el olimpo verdeolivo tras caerle bien a su padre adoptivo.
El post de Otto deja entrever un encabalgamiento del texto, una choricera de ideas inconexas, un irrespeto olímpico a los signos de puntuación, propio de los socialistas mediocres de su generación.
Ya de esto nos había alertado Aldo Luberta Martínez, quien escribió en su blog personal que el tronado es un mal discípulo de Cervantes, y lo demostró cuando descargó su ira contra la actriz Andrea Doimeadiós, aquella que ironizó delante de algunos miembros de la cúpula “diazcanelista”, durante la gala de la inauguración del “Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano”.
“Muy mal escrito, como pueden palpar, al hacer mal uso de mayúsculas, signos de admiración, puntos y puntos suspensivos; pero vamos a suponer que el exdirigente fue cegado— y segado— por la ira en el momento de cabalgar en defensa de otra batalla de ideas”, escribió Luberta en su bitácora, en referencia a otro post de Rivero, alias “El Inquisidor”.
LEE TAMBIÉN: ¡El colmo! Funcionaria bien alimentada culpa al cambio climático de que los cubanos no coman pescado (+VIDEO)
Lo de la ortografía y la gramática sería un pecado venial. Lo más miserable es que, en su confesión (fechada el 5 de junio de 2023), defiende al Ogro que lo defenestró.
“Literalmente el MINISTERIO del Interior: Salvó mi Vida”, escribió -nótese el uso innecesario de los dos puntos-, y más adelante se deshace en elogios hacia su(s) propio(s) carcelero(s).
El MININT, escribe en su catarsis, respetó su integridad moral y física, aunque es de dudarlo, máxime cuando todo el mundo sabe que fue detenido en el cuartel general de la Seguridad del Estado de la capital, que tiene el eufemístico nombre de “Villa Marista”.
No sabemos de qué integridad habla, cuando en esa mazmorra fue sometido a varios interrogatorios para que desembuchara dónde estaba la plata robada de la Batalla de Ideas, una cifra millonaria embarrada del narcopetróleo venezolano, según cuentan los cronistas de la época.
El independiente 14ymedio, citando una fuente familiar, reseña que Otto “Estuvo en un interrogatorio tras otro y su cabeza no pudo resistir. Cuando regresó a la casa era un zombie, no podía ni hablar”.
¿De qué integridad habla este man cuando esa misma fuente afirma que, incluso, intentó suicidarse, mientras su familia vivía en la precariedad económica?
Todo esto lo condujo al alcohol y el alcohol a la angustia y la angustia a la depresión.
“De un bebedor Social Activo,a partir de todo este proceso,ya en Abril del 2009, comencé a Beber sistemáticamente…En Octubre de ese año tuve una profunda Depresión…”, añadió.
Y, según cuenta, una psiquiatra y otros especialistas del MININT, le salvaron la vida, en un tratamiento que se extendió durante cuatro años y que incluyó una “altísima medicación”.
“Hoy tengo comunicación fluida con excelentes Oficiales del Ministerio, me alertan y señalan lo que corresponde”, asegura, como quien padeciera el Síndrome de Estocolmo.
Esta es la historia, mal contada por Otto Rivero y que define como su “Humilde Legado Personal y Político”, pero lo que le sucedió a él puede ocurrirle mañana a cualquier lamebotas de la dictadura:
Lo pelotearon de varios centros de trabajo, no le reconocieron una “Maestría” para pagarle, le dieron baja del Gran Teatro de La Habana, sin contar que mucho antes le habían quitado el chofer asignado y la “jabita” de alimentos que le dan a los pinchos y, para rematar, sobrevive con un salario de 4300.00 pesos.
Como otro socialista más, revela que sus grandes tesoros Ottico Alfredo y Celita Camila, “hace años no viven en Cuba…”. ¡Pobrecillos!, fueron al capitalismo a pasar el trauma que vivió papá.
“Hoy los odiadores los atacan con toda sus fuerzas por ser Otto su Padre y son Excelentes Jóvenes, Responsables,Inteligentes,Educados y Trabajadores”, refiere en su arenga.
También menciona a Olivia que es “muy pequeña” y al “más grande de todos” que permanece en Cuba y que se llama Dassiel, su “Hijo-Amigo”, y todos ¡trabajadores incansables!, no como su padre ex enchufado y hoy abandonado por el castrismo.
“No sé quién lo va a defender a ustedes cuando no esté Fidel”, le dijo un funcionario de cuadros del PCC cuando lo botaron como militante.
Aquella frase, a 14 años de su “liberación”, es probable que todavía resuene como campana en la mente de Otto Rivero Torres, un triste peón que sería juzgado otra vez en una Cuba Libre y no solo por saborear “las mieles del poder”.
Redacción Cubanos por el Mundo