Una piscina olímpica que se localiza en Gibara, provincia de Holguín, ahora es un macrovertedero, denuncian vecinos.
La alberca responde al nombre de “Waldimiro Arcos Riera” y fue construida en el lejano 1979.
La práctica de la natación en la llamada “Villa Blanca de los Cangrejos” se ha visto afectada por este abandono, propio del socialismo cubano.
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Una nota del periódico oficialista Ahora menciona “el panorama desolador de otras piscinas en el país”.
Esto, consigna el artículo, “afecta el desarrollo de la natación, pues conlleva a una reducción de la masividad, los atletas y entrenadores.”
“De esta manera, se ven limitadas la formación de atletas, la rehabilitación de personas con discapacidad y otros padecimientos, la recreación y la enseñanza de la natación a los niños. Con este fin, había sido reanimada por Unicef. Funcionaba, incluso, con alumbrado para la noche y bombas de agua dulce y salada.”
En Cuba es tan tristemente común que esta escena se reitere lo mismo en una escuela, una fábrica o un centro recreativo.
El socialismo, más que los huracanes que menciona el diario estatal, es el máximo responsable de este desguazo.
“Resulta preocupante presenciar cómo se desaprovechan las potencialidades de lo que un día puso en el mapa deportivo a la Villa Blanca”, agrega.
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El rosario de justificaciones está presente en el texto periodístico, donde se hace referencia a los huracanes Ike e Irma, y a las dificultades con el agua potable.
“En 2008, el huracán Ike la destruyó. Gracias al apoyo de Unicef y la ONU, se reparó con materiales y características especiales, para que pudiera utilizarse con agua salada, bombeada directamente desde el mar”.
Lo cierto es que las imágenes no dejan espacio a la duda.
Por cierto, Waldimiro Arcos Riera, fue un medallista de plata en los Panamericanos de 1971 y, probablemente, tan olvidado y abandonado como la piscina olímpica de esta historia.
Redacción Cubanos por el Mundo