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Cubano que regresó con su yate desde Estados Unidos, dice que sus ideales se los debe a Fidel

Pasando hambre, miseria y necesidad, este cubano rememora el día en que hace 20 años, renunció a quedarse en los Estados Unidos.

Silvio Córcoles, cubano, holguinero, que rechazó quedarse en Estados Unidos
Que nadie dude que este hombre, cada día que pasa, se arrepienta más de no haberse quedado en los Estados Unidos en el año 2000.

Probablemente ahora mismo se esté arrepintiendo, jamándose un cable, o sufriendo apagones, colas, falta de medicinas y alimentos, pero dice el holguinero Silvio Córcoles que sus ideales se los debe a su padre, y a Fidel Castro.

Al Comandante en Jefe Fidel Castro y también a mi difunto padre, Reinerio, debo los ideales y la conducta que sustentan mi vida, ” dijo al diario Ahora este hombre, quien hace 23 años fue víctima de un acto de piratería, cuando otro grupo de cubanos, cansados de la miseria y la opresión en la que vivían en la isla comunista, lo obligaron a desviar la embarcación que él comandaba, y dirigirse a los Estados Unidos.

De ellos heredé la lealtad a los principios, el patriotismo y la responsabilidad social de ser buen trabajador y padre de familia”, dijo Córcoles Ramírez al medio oficialista, quien sabe si lamentándose ahora de la oportunidad que tuvo en sus manos en el año 2000. Su hijo William, que en aquel entonces era un crío, seguramente a cada rato se lo recuerda ahora.

Su historia, nombre o referencias, algunos cubanos la conservamos en la memoria. Y, ¿cómo no hacerlo? Silvio llegó a la Florida, y en lugar de quedarse como hubiese hecho cualquier otra persona con dos dedos de frente, decidió volver a isla-cárcel-miseria, momento en el que por poco es recibido con honores de héroe del Socialismo.

Eso sí, en el puerto lo esperaban sus compañeros de trabajo, familiares y amigos; y también lo esperaban representantes del Minint y el Ministerio del Turismo.

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Fieles a fanfarria castrocomunista, hicieron un acto en su honor, donde – dice Ahora – “reconocieron su valor y digna actitud”. Nada de diez libras más de arroz o un muslo de pollo. De haber sucedido ahora – si no es que se quedaba – le hubiesen dado una jaba de viandas, y tal vez el espía Bola de Tarros (Gerardo Hernández) le hubiese regalado una regadera, o unas semillas de calabaza para sembrar en un huerto popular.

Silvio, que cada día que pase, con el dólar estadounidense ya sobre los 240 CUP, debe acordarse de aquel momento en el que no se quedó en los Estados Unidos, recuerda sin embargo cómo se dieron los hechos.

“Aquel 16 de agosto del año 2000, nos dirigíamos al muelle del tiburonario, cuando el patrón del yate ordenó poner rumbo norte para realizar una salida ilegal. Nos separaban dos millas de la costa y me lancé al agua, pero los desertores me sacaron y golpearon. En medio de aquella presión, la travesía demoró cuatro días, porque perdieron el rumbo, que rectificó la tripulación de un buque bahamés”, indica el hombre.

Lo mejor llegaría después, cuando Silvio pudo saborear las mieles del capitalismo, pero tozudo como todo comunista que alguna vez se arrepiente de las oportunidades perdidas, optó en aquel momento por regresar.

Dice que “una familia cubano-americana” lo acogió “y ayudó a contactar con la Oficina de intereses de Cuba allá en Estados Unidos, la cual gestionó el retorno”.

En un acto de patriotismo, digno de un diploma, puso como condición para regresar a Cuba que lo haría con su yate, y se lo concedieron.

Dice el diario Ahora que “la Marina Marlin Guardalavaca, donde Silvio continúa desempeñándose como motorista, ahora, en un Catamarán, ofrece servicios de excursiones, pesca, buceo, deportes de velas y kayak, en un área de especiales condiciones naturales y de seguridad”.

Lo más probable es que ningún miembro de la familia pueda montar en alguno de esos botes porque el gobierno del país al que Silvio regresó, luego de haberla tenido en la mano, no permite que los cubanos monten a bordo de embarcaciones de ese tipo.

Tal vez hasta un día bajen a Silvio del catamarán, y entonces tenga que dedicarse a montar chivichanas, porque si en algo es bueno el castrismo, es en abandonar a aquellos que una vez le fueron fieles.

Como Silvio.

Written by Sergio Prado

Sergio Prado es Licenciado en Periodismo por la Universidad de La Habana. Nació en el año 1966 y ejerció importantes funciones dentro del periodismo en Cuba hasta que se marchó del país en el año 2004. Completó en España y México varios doctorados y maestrías.

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