La tarde del pasado 6 de agosto, el niño cubano Cristian Miguel Bencomo murió con apenas tres años y medio, mientras esperaba un trasplante de hígado, por lo que su padre aseguró que espera que otros niños en la isla no sean víctimas de la (im) potencia médica.
Desde la víspera del día en el que murió, al pequeño lo trasladaron a la sala de terapia del hospital William Soler, en La Habana, debido a que los sangrados que expulsaba su boca eran cada vez más grandes y continuos. A las 7:00 de la tarde el niño entró en paro y falleció.
De acuerdo a la información de sus padres, el niño necesitaba un trasplante de hígado desde que tenía 46 días de nacido.
Desde entonces, sus padres, Patricia y Yoel, esperaban que le hicieran el procedimiento quirúrgico para prologar su vida, sien embargo, ninguno de ellos era compatible con su pequeño.
Ellos mismos buscaron un donante entre los amigos de la familia y lo encontraron, lo de la operación debía proveerlo el sistema de salud cubano: un equipo médico que estuviera calificado y los recursos para hacer la operación con un donante vivo.
A pese de su crítico estado, tampoco había disponibilidad del medicamento Ursochol ni la vitamina K, indispensable para los problemas de coagulación que padecía el niño. Las medicinas del menor eran conseguidas por sus padres con la solidaridad de la gente, y, en ocasiones, se lo conseguían los médicos gracias a otros pacientes y le guardaban a Cristian el tratamiento.
La “potencia médica” le dio todo tipo de excusas a la familia del pequeño y sufrieron contratiempos asociados a la salud del niño que dilataron la cirugía de trasplante de hígado, al tiempo que el estado del pequeño se deterioraba.
Su abdomen seguía creciendo, sufría de anemia, infecciones y otras enfermedades, por lo que los ingresos de Cristian se hicieron más frecuentes.
Los médicos les explicaron a los padres que era imposible hacer la operación en Cuba porque no contaban con el personal, ni los recursos, por lo que la única solución para el niño era operarlo fuera del país.
Ante el deterioro de la salud de Cristian, en medio de la desesperación, su padre viajó desde Pinar del Río, hasta el Ministerio de Salud Pública en La Habana, con la esperanza de poder hablar con el ministro José Ángel Portal Miranda, pero solo le permitieron acceder a un médico encargado de atender a la población.
“Me dijeron que el proceso formal era escribirle una carta y que ellos se la hacían llegar. A los 30 días máximo debía tener respuesta”, dijo el padre a CubaNet.
Yoel esperó un mes completo y nada, esperó diez días y tampoco hubo respuesta, por lo que volvió a intentar en el Ministerio, con la intención de no irse hasta que lo atendieran. Ante su insistencia le
permitieron conversar con un asesor de Portal Miranda, quien responde al nombre de Manuel y con la directora nacional del Programa de Atención Materno Infantil (PAMI).
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“Yo les propuse la idea de operarlo en Italia, pues un amigo en Europa había encontrado un hospital dispuesto a atenderlo, pero Cuba debía completar el proceso de su parte. Al escucharme ellos dijeron que iban a estudiar esa opción”, relata Bencomo.
Al pasar los días y sin obtener respuesta, Yoel visitó de nuevo el Ministerio, donde los asesores del Ministro le comentaron a Yoel que habían tenido experiencias de colaboración de esta índole con España, y que podían tramitar la cirugía para Cristian allí.
“Con mucho sacrificio y gracias a una persona que nos ayudó desde Estados Unidos, reunimos lo necesario para pagar los cuatro pasaportes: el mío, el de mi esposa, el del niño y otro para el donante”.
El padre de Cristian siguió acudiendo a los funcionarios y presionando para que aceleraran los trámites. Incluso llegó a entrevistarse con el doctor Antonio Enamorado, coordinador del Programa Nacional de Donación y Trasplante del Ministerio de Salud Pública, y recibió llamadas de sus asesores para decirle que estaban trabajando en el caso.
A Bencomo le aseguraban que trámite para mover la cirugía a España ya estaba, solo dependían de una firma de Madrid, pero pasaron semanas y el argumento siguió siendo el mismo.
“Mediante una amistad en España, averigüé que sí habían contactado al hospital La Paz, y que estos le pidieron al Ministerio una solicitud formal con las firmas y cuños autorizados del país. También supe que eso no se lo habían mandado”, indicó el padre.
Ante el engaño, Yoel volvió al Ministerio y los funcionarios le ocultaban los trámites que habían hecho y los que no, y estos le dijeron que mandarían a unos médicos cubanos a España para gestionar la cirugía personalmente. Le pidieron que tuviera más paciencia y esperara hasta la segunda quincena de septiembre, sin embargo, mientras pasaba el tiempo, la salud de Cristian empeoraba.
“Ellos lo que no habían hecho ninguna gestión y pretendían empezarla en ese momento, cuando mi hijo esperó por más de tres años la cirugía. Después de esa última reunión mi niño no aguantó
más y murió a los dos días”, agregó.
En la isla, hay otros siete niños pendientes de trasplante de hígado, por lo que el padre contó la historia, en espera que estos pequeños sí tengan respuesta por parte de las autoridades.
“Yo lo que quiero lograr al compartir la historia de mi familia es que todos esos padres con niños enfermos luchen. Si leen el artículo espero que sepan que deben luchar hasta el final y quizá
logren lo que yo no pude. No quiero que dejen morir a otros niños en Cuba, como hicieron con el mío. Esta gente (el gobierno y sus funcionarios) trabajan así y solo halan para ellos. No les duele
lo que nos pasa. Este sufrimiento es lo más grande del mundo. Lo más duro que le puede pasar una persona es perder un hijo después haber batallado tanto por mantenerlo vivo”, finalizó.
Redacción de Cubanos por el Mundo