Como siempre: Primero dieron luz verde al emprendimiento privado, ahora recogerán la pita por “enriquecimiento ilícito” a los “nuevos macetas”.
Este endurecimiento de las políticas de confiscación representa un golpe significativo para los emprendedores y empresarios en Cuba, quienes una vez más se enfrentan a la incertidumbre y al riesgo de perder todo lo que han construido.
El régimen cubano se está preparando para llevar a cabo confiscaciones bajo el pretexto de “enriquecimiento indebido” en una nueva versión de las viejas cacerías que alguna vez libraron contra los comunmente conocidos como “macetas”.
Según un documento publicado en la página web de la Fiscalía General de la República de Cuba, los procedimientos administrativos confiscatorios vigentes desde 1994 están obsoletos y necesitan ser actualizados para adaptarse al nuevo contexto del país.
La Fiscalía General ha alertado que el procedimiento administrativo confiscatorio, que ha estado en vigor desde 1994, presenta un “alto nivel de obsolescencia” en relación con las transformaciones jurídicas recientes, incluida la promulgación de la Constitución de la República de Cuba de 2019. El organismo estatal ha enfatizado la urgencia de perfeccionar su aplicación como “garantía para una justicia administrativa efectiva”.
La Fiscalía ha insistido en que tiene las “facultades legales para investigar y sustanciar el procedimiento”.
Este enfoque se remonta a 1994, cuando el Estado tomó medidas contra “los macetas”, emprendedores a los que se les permitió cierta libertad pero que fueron criminalizados y despojados de sus propiedades cuando prosperaron.
Según las normativas, el fiscal debe demostrar la fuente de enriquecimiento y la desproporción entre los ingresos legítimos y el valor real del patrimonio del acusado. Por su parte, el afectado tiene la responsabilidad de demostrar la legalidad de sus ingresos, procesos ambos que en la práctica, dentro del totalitarismo cubano son inoperantes u operados a conviniencia, pues el Estado cubano suele fabricar pruebas, comprar y coaccionar testigos para inculpar a las víctimas y poder hacer valer sus intereses.
En regímenes como el de Cuba, quienes están en el poder hacen las leyes y encuentran formas de eludirlas. Emplean tácticas para mantener a la población en un perpetuo estado de ansiedad ante las incertidumbres del mañana, liberando así sus propias manos para seguir acumulando riqueza y llenando sus cuentas ocultas en bancos extranjeros.
Historial de Confiscaciones y Empresarios
Históricamente, el gobierno cubano ha dado cierta libertad a empresarios y emprendedores, pero nunca les ha permitido prosperar significativamente. Cuando estos individuos comienzan a florecer, el Estado les decomisa todas sus propiedades, los arresta y, en algunos casos, los envía al exilio. Este patrón se ha utilizado para impulsar proyectos que el gobierno no ha podido llevar a cabo de manera efectiva.
El ejemplo más palpable de manera reciente han sido las famosas “paladares” y “casas de alquiler”. Las primeras, las ha decomisado y ha puesto a funcionar como restaurantes del Estado. Las segundas, para otorgársela a funcionarios y acólitos del régimen.
De manera reciente, las declaraciones del presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, Esteban Lazo, refuerzan la postura que el gobierno y la Fiscalía pretenden implementar ahora. Según Lazo, “la sanción que más le duele a la gente aquí es que le quiten las cosas”.
Sin embargo, este asunto tiene larga data, que a cada rato se refresca.
En un artículo reciente publicado por el diario español El País, se anuncia por lo claro que “Cuba no quiere millonarios” y alude al gobernante cubano Miguel Díaz Canel, del cual dice que “puede reformar sin prisas y con pausas, o a la vietnamita, aprisa” el país, si bien tiene como planes inmediatos “eliminar la dualidad monetaria y acometer reformas económicas que promuevan mayor bienestar social”, pero aclara que “sin millonarios”.
“Cuba observa el modelo vietnamita, que ha potenciado la empresa privada sin renunciar al dominio del partido comunista, y admite que los emprendedores se conviertan en millonarios”, añade El País y describe como el régimen totalitario cubano “rechaza copiar el formato asiático por eso de la brecha entre ricos y pobres, los peligros ideológicos y el imperio al acecho”, vestido “siempre de verde olivo”, enyasando y dando bandazos, coqueteando a veces con tirios y con troyanos, siempre buscando sacar dividendos provechosos, empantanados en el único juego que saben jugar, culpando al enemigo de siempre – el único ogro feroz que les permite sostenerse en el poder, es amedrentar al pueblo con el imperio yanqui y con un retroceso a una supuesta miseria en la que se vivía antes de 1959 – y sin claro, obtener resultados que beneficien a la población.
Pero esto no es nuevo. Los cubanos que peinan canas recuerdan el famoso Plan Maceta y claro, hacen sus asociaciones.
El Plan Maceta y sus hijos
El 24 de octubre de 1993, las agencias de aplicación del gobierno cubano iniciaron una amplia operación destinada a buscar, incautar y arrestar.
La misión, denominada “Operación Maceta”, se centró en confiscar bienes y encarcelar a personas involucradas en la circulación de “dinero ilícito”, procedente de la venta de productos industriales y artesanales o de transacciones en el mercado clandestino.
La operación también supuso el desmantelamiento de una red de distribución de cocaína. Los narcóticos supuestamente fueron introducidos de contrabando al país ya sea a través de viajeros que transportaban cantidades mínimas o mediante paquetes arrojados por narcotraficantes internacionales en aguas cubanas, destinados a barcos desde Miami para transportarlos a los Estados Unidos.
Según los medios de comunicación oficiales, muchos de los arrestados eran ‘criminales notorios’, incluidos cabecillas involucrados en robo, especulación, malversación de fondos, tráfico de divisas y arte, soborno y otras formas de actividades criminales.
Según la policía, estos individuos operaron mediante chantaje y connivencia con funcionarios y administradores corruptos a nivel empresarial y estatal.
Los medios estatales informaron que las personas detenidas habían acumulado importantes activos, incluidas residencias, automóviles, electrodomésticos y joyas, junto con importantes cantidades de dinero tanto en moneda local como extranjera. Según todos los indicios, estos individuos vivían como verdaderos magnates del crimen, , aunque en la práctica hubo a quien le desconfiscaron solamente un sofá reclinable “extranjero”, un televisor de 30 pulgadas y equipos de música. Y nada más. Fue una cacería de brujas, impulsada a veces por los chivatones y envidiosos de los centros de trabajo y del CDR.
Aproximadamente en el año 2016, enpleno comienzo y auge del cuentapropismo, resurgía en la isla una campaña gubernamental en Cuba conocida como “Plan Maceta 2.0”, que apuntaba sobre todo a estigmatizar y controlar a los trabajadores por cuenta propia en el país. Una campaña heredera o “continuidad” de las políticas anteriores que buscaban reprimir la iniciativa privada y mantener un estricto control sobre la economía.
Utilizando términos y tácticas anticuadas, comenzó la demonización de los trabajadores autónomos, a quienes se les atribuyeron desde entonces, todos los males económicos y sociales del país, desde la escasez de productos básicos hasta los altos precios, tal y como ahora han culpado de “careros” a las Mipymes.
Esta, como vemos, es una táctica anacrónica y muy utilizada por el gobierno y sus acólitos, que nunca se ha responsabilizado de los problemas económicos del país, y prefieren culpar a otros de todos los males, tal y como esconden su ineficiencia detrás de el mal llamado “bloqueo”.
Pero, ¿qué es un maceta?
En Cuba, el término “Maceta” se refiere a una clase social nueva y en crecimiento que ha surgido a raíz de la crisis económica del país tras la disolución de la Unión Soviética. Mientras que el gobierno considera a los Macetas como delincuentes involucrados en negocios ilícitos, la población en general los ve como empresarios hechos a sí mismos, y a pesar de los esfuerzos del gobierno por estigmatizarlos, los Macetas están ganando popularidad e incluso muchos en la sociedad cubana los consideran modelos a seguir. Nada extraño para muchos cubanos que incluso, en bocas de niñas, han escuchad decir que “quieren ser jineteras”, debido al poder adquisitivo de estas.
El estilo de vida del llamado “maceta” se caracteriza por el consumo ostentoso y el gusto por la ostentación. Los “macetas” pretenden mostrar su éxito en todos los aspectos de sus vidas.
El gobierno cubano ha sido crítico con Macetas y ha lanzado operaciones como el ‘Plan Maceta’ para reprimirlos. Estas operaciones implican allanamientos en los que se exige a las personas que demuestren la legalidad de sus ingresos.
Los “maceta” son un símbolo de un nuevo espíritu capitalista que se ha arraigado en Cuba, desafiando los ideales socialistas del gobierno. Representan un cambio significativo en la percepción pública sobre lo que constituyen prácticas comerciales y normas sociales aceptables en un país donde el espíritu empresarial era ilegal hasta hace poco, al que el gobierno siempre ha querido tender el lazo.
Ahora, los acontecimientos del 24 de octubre de 1993 cobran gran importancia, dejando a muchos trabajadores autónomos escépticos y preguntándose: ¿Es esta nueva libertad simplemente otra trampa sancionada por el Estado?
Sin embargo, “nadie puede decir que no estaba advertido”. El pasado mes de mayo, la Contralora General de Cuba, Gladys Bejerano, insinuó el resurgimiento de una campaña que recordaba al “Plan Maceta” de los años 1990. Bejerano, que no está en contacto con las realidades económicas de la población cubana, hizo estos comentarios en la reunión del Partido Comunista recientemente concluida, según señalaba en una especie de “editorial”, el medio independiente El Vigía de Cuba.
La campaña, advertía el medio, estaría dirigida a individuos y propietarios de pequeñas empresas que han acumulado riqueza, advirtiéndoles de un escrutinio inminente. Los comentarios de Bejerano ya eran desde entonces particularmente alarmantes, ya que ella es una funcionaria de alto rango que reporta directamente a Raúl Castro.
Como sucedió en la década de 1990, el sentimiento generalizado es que el gobierno cubano no está interesado en el desarrollo económico sino en mantener el control y limitar la prosperidad, y es muy probable que el gobierno confisque propiedades, de manera muy similar a lo hecho durante el “Plan Maceta”, por lo que se aconseja que quienes tienen activos en el país deberían venderlos, y considerar abandonar Cuba. Eso, o meterse a colaborar con el régimen.
“Que nadie toque nada, yo solo puedo tocar“
Resulta curioso que mientras Díaz-Canel comenzaba hace poco las nuevas críticas a los “macetas” de ahora, él y su esposa Lis Cuesta, fueron vistos en el XXIII Festival del Habano, un evento de lujo celebrado en La Habana, como todos unos magnates.
No deja de ser irónico que, mientras los líderes cubanos disfrutan de un estilo de vida lujoso, el pueblo cubano sufre de pobreza y escasez, poniéndose de relieve la desconexión entre la élite gobernante de Cuba y las duras realidades que enfrenta la población, criticando la aparente hipocresía de los líderes que viven lujosamente mientras el pueblo pasa necesidades.
Más recientemente Díaz-Canel fue visto cenando en un restaurante de lujo en Roma, Italia; por no hablar de las carteras de “la Machi” y los relojes que él mismo exhibe a cada rato.
Probablemente al puesto a dedo le suceda que, como pez que chapoletea en la orilla, termine salpicándose él mismo y le apliquen “la ley del Maceta”. A pesar del silencio gubernamental y oficialista, ya le picó bien cerquita la bola, con la destitución reciente, por CORRUPTA, de su Ministra de Educación.