En Cuba en las últimas horas han surgido dos casos angustiosos que ponen de relieve las terribles circunstancias que enfrenta la población de edad avanzada en el país, los ancianos.
Ania Felipe Campa, una anciana discapacitada en Mayabeque, falleció a principios de esta semana después de meses de abandono. En un caso aparte, un cubano de 89 años, Reinaldo Zayas Rivas, se ha pronunciado sobre la grave escasez de alimentos que está afectando su salud.
Ania Felipe Campa, a quien le amputaron ambas piernas, vivía en la zona rural de Los Palos en el municipio de Nueva Paz. Estuvo desatendida durante meses, especialmente porque su esposo y cuidador principal, Tomás Majín, estuvo hospitalizado.
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No fue hasta que activistas y vecinos concienciaron sobre su situación en las redes sociales que recibió atención médica. Diasniurka Salcedo Verdecia, una activista que llamó la atención sobre la difícil situación de Campa, expresó su pesar en Facebook y afirmó que Campa había vivido “el más cruel de los abandonos”. Desafortunadamente, Campa murió menos de dos semanas después de su ingreso al hospital.
En otro relato desalentador, Reinaldo Zayas Rivas, un cubano de 89 años, reveló que la grave escasez de alimentos está pasando factura a su salud. En declaraciones al medio independiente Cubanet, Zayas Rivas lamentó que los tiempos actuales son los peores que ha vivido desde 1959. Calificó la situación de ‘horrible y desastrosa’, señalando que la gente no sólo sufre por la falta de alimentos sino también por falta de medicamentos.
Zayas Rivas recordó los días anteriores a 1959, cuando los productos básicos eran asequibles y le permitían vivir dignamente con un salario semanal de 30 pesos. Criticó la brutal inflación actual que afecta a los alimentos esenciales y dijo: ‘El hambre me está matando’. También expresó su desilusión con la revolución, afirmando que ya nadie la ama realmente; la gente simplemente está comprometida con el país, lo cual aclaró que no es lo mismo.
Ambos casos subrayan la vulnerabilidad de las personas mayores en Cuba, particularmente cuando el país enfrenta una crisis económica generalizada y el deterioro de los servicios públicos. Las historias de Campa y Zayas Rivas sirven como sombríos recordatorios del costo humano de estas crisis y exigen atención y acción inmediatas.