El ICAIC sin jefe tras renuncias de Samada y Susana Molina
Samada dejó al Pichi embarcado, y Susana pidió la baja.

¡El ICAIC sin jefe tras renuncia! Además, la salida de Samada dejó al Pichy Perugorría colgado de la brocha con los Cine-Mipymes

Oct 26, 2023

Aunque aún la cosa se mantiene en suspenso, Susana Molina, quien había sido designada a mediados del pasado mes de julio como la flamante vicepresidenta del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), ha decidido abandonar el set antes de que la trama se ponga interesante. ¿La razón? Bueno, parece que el sartén en el ICAIC estaba demasiado caliente y la papa… bastante podrida.

Hace apenas unos meses, en julio, el mundo oficialista del cine cubano estaba de fiesta. Molina, con su licenciatura en Literaturas Hispánicas y su experiencia como directora de la Escuela Internacional de Cine y Televisión (EICTV), parecía la elección perfecta que encontró el totalitarista Partido Comunista de Cuba para dirigir el ICAIC, tras la salida del plató del funcionario René Samada; pero, como en toda buena película, había un giro inesperado esperando en el próximo acto.

Mientras algunos celebraban su designación, otros se rascaban la cabeza preguntándose si Molina había leído bien el guión antes de aceptar el papel que le tocaría. Después de todo, asumir la dirección del ICAIC en los momentos actuales, no es como dirigir una película de bajo presupuesto.

Es más, es como intentar dirigir una superproducción en medio de un campo minado. La atmósfera en el mundo del cine cubano es más tensa que nunca, especialmente con decenas de actores, realizadores, productores, cineastas y críticos de arte en pie de guerra, y reviraos contra el desmadre institucional.

La chispa que encendió esta mecha fue el escandaloso episodio sucedido al documental “La Habana de Fito” de Juan Pin Vilar. Primero, la censura intentó silenciarlo, y luego, en un giro digno del aparato cultural pingonístico cubensis, en el que contamos con un Ministro de Cultura boxeador y arrebatador de celulares como cereza que adorna la copa, fue exhibido públicamente sin el consentimiento de los responsables.

Este acto sacó del closet político a muchos con ganas de alzar la voz contra los funcionarios del aparato cultural, y a los que ya venían criticando desde hace rato la censura y el sesgo ideológico, los terminó por confirmar como “opositores” de la mala gestión de un organismo que responde más a los intereses del aparato político cubano, Gobierno y Estado, que a los cineastas. Nada extraño, si tenemos en cuenta que el Ministerio de Cultura hace la misma mierda; y la UNEAC, vive con la lengua metida entre las nalgas.

Molina, al asumir este papel, no solo se enfrentaba a los desafíos administrativos del ICAIC, sino también a un escenario lleno de artistas beligerantes y dispuestos a luchar por sus derechos y su arte. Así que, llegando y analizando, y viendo que el horno no estaba para galleticas, se largó por donde mismo vino, aunque esto aún no se ha dicho oficialmente, para no avivar más la candela.

En medio de todo este tropelaje y expectante de lo que pueda suceder, está el actor Jorge “Pichi” Perugorría, quien tenía en René Samada el principal impulsor de su proyecto mipymero.

Samada tenía bajo su manga una idea magistral para quitarle al ICAIC, quitarse él, y otros funcionarios el cartelito de censores: coger los destartalados cines cubanos – y los que no, que son bien pocos y contados con los dedos de las manos – y privatizarlos. Dárselos a alguien. Ese alguien iba a ser el Pichi.

La movida garantizaba que, como le dijera el propio Samada al Pichy en una reunión, ya nadie podría quejarse de censura, pues ya los cines no iban a ser responsabilidad del ICAIC. Bastaba que los eficientes compañeros de la Seguridad del Estado convencieran al Pichi o algún otro designado por él, administrador de más cual cine-mipymero de que no era conveniente exhibir tal audiovisual en tal sala, para que el ICAIC, y por carambola el Ministerio de Cultura, el Estado, el Gobierno y la Revolución, quedaran limpios de polvo y paja en todo ese brete de censuras, sesgos, marginación y persecución política.

Sin embargo, con la salida de Samada del ICAIC, el Pichi Perugorría se ha quedado con la brocha en la mano y colgado de la escalera.

Y es que, a no dudarlo, tras su interés mipymero de rescatar los cines convertidos en cuevas de ratas, ratones y cucarachas, había un claro propósito comercial, que ahora mismo es más incierto que la llegada del reguetonero Yomil a Miami algún día.

Sergio Prado

Sergio Prado es Licenciado en Periodismo por la Universidad de La Habana. Nació en el año 1966 y ejerció importantes funciones dentro del periodismo en Cuba hasta que se marchó del país en el año 2004. Completó en España y México varios doctorados y maestrías.

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