Una anciana cubana con cáncer terminal y secuelas de una hemorragia cerebral estuvo viviendo una pesadilla desde hace varios días, cuando se quedó sin electricidad en su casa de Matanzas.
Su hijo, Deivis Alpízar, denunció en conversación con el periodista Alberto Arego que la Empresa Eléctrica no había resuelto el problema que afecta a su vivienda, a pesar de insistir una y otra vez, sino hasta 72 horas después.
“Mi madre la mandaron para la casa hace cinco meses para que terminara sus días aquí (…) Está comiendo pan y Zuko porque no puedo hacer nada más. Ayer le di el almuerzo frío del día anterior y lo vomitó”, relata Alpízar.
Según él, el problema de la falta de corriente se debió a unos cables viejos que están en el poste frente a su casa, y que cada dos meses se dañan.
“Ya no aguanto una mentira más. La oficina principal de la Empresa Eléctrica está al tanto del caso y ya van más de 20 llamadas reportando y aún no vienen. Dicen lo mismo de siempre que ‘hay un solo carro en otro lado que está roto, que hay casos pendientes atrasados“.
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En tal sentido, el cubano dice que no sabía cómo explicarle a su madre lo que está pasando, ni cómo hacerle frente al calor, los mosquitos y el hambre.
“Mientras mi madre es la que sufre los mosquitos, el calor y el hambre. Si yo estuviera solo me da igual, soy un sobreviviente, pero mi madre no tiene por qué seguir pasando esto. Solo quiero que pase los últimos momentos de su vida lo mejor posible. No sé cómo explicarle lo del calor y que no tengo para darle un plato de comida caliente”, fueron sus duras palabras.
Casos como el de esta anciana cubana, lamentablemente, son comunes a lo largo y ancho del territorio antillano, con personas que ya de por sí pasaron gran parte de sus vidas sumergidos en la miseria y, ahora, atraviesan sus días finales en las peores condiciones posibles.
Redacción de Cubanos por el Mundo