La vida de Omar Pérez Pérez es una historia desgarradora que abarca varias décadas de acoso personal y laboral, marcando profundamente su bienestar emocional y su capacidad para mantener empleos estables y relaciones saludables. Su historia se remonta al año 2000 cuando se encontraba trabajando como oficial de dirección en la Policía de la Ciudad de La Habana.
A pesar de su dedicación y compromiso con su trabajo, Omar pronto se vio atrapado en una espiral de problemas en su lugar de trabajo. Relaciones tumultuosas con mujeres pasajeras en la unidad donde laboraba se convirtieron en el inicio de un patrón de acoso y violencia que nunca antes había experimentado. Los problemas culminaron en un incidente alarmante en el que un oficial carpeta lo atacó en su propia oficina, causándole una herida en la cabeza que requirió siete puntos de sutura. Sorprendentemente, las autoridades no tomaron medidas adecuadas contra el agresor, lo que solo empeoró la situación.
A medida que pasaban los años, Omar enfrentó más desafíos. Su situación personal se complicó, ya que no tenía un lugar estable para vivir debido a dificultades económicas y problemas con el alojamiento. La hostilidad en su lugar de trabajo se intensificó, y las insinuaciones sobre su sexualidad se convirtieron en una herramienta para alienarlo aún más. La seguridad del estado se involucró en la situación, creando un ambiente de miedo e incertidumbre.
Para buscar ayuda y poner fin a esta pesadilla, Omar escribió una carta a Raúl Castro y, con la ayuda de su esposa en ese momento, Irina Ortega Colina, miembro de la seguridad del estado, logró que la carta llegara a su destino. Sin embargo, en lugar de encontrar soluciones a sus problemas, la carta desencadenó represalias adicionales por parte de sus superiores y colegas.
Omar Pérez Pérez se encontró en una situación desesperada y buscó refugio en una clínica del Ministerio del Interior, donde esperaba obtener un breve respiro y la oportunidad de reunirse con su familia en Sancti Spíritus. Sin embargo, lo que siguió fue una experiencia traumática. Fue sometido a pruebas y tratamientos médicos que parecían más una estratagema para mantenerlo alejado de su hogar y su vida normal. Las acciones de la clínica incluyeron la administración de medicamentos que lo dejaron incapacitado y la manipulación de situaciones para provocar respuestas violentas de su parte.
Finalmente, cuando intentó obtener su baja de la clínica, se encontró con la negativa de las autoridades y se vio obligado a buscar la intervención de su padre para ser liberado. A pesar de estar en su casa, su vida no volvió a la normalidad. Las represalias continuaron, y la carta que inicialmente envió a Raúl Castro fue devuelta a su unidad para corregir lo que supuestamente estaba mal, lo que resultó en más problemas y persecuciones.
La persecución y el acoso se extendieron más allá de su trabajo y afectaron su vida personal. Irina, su esposa en ese momento, fue manipulada y coaccionada para alejarse de él. Las acusaciones de que Omar tenía relaciones homosexuales con jóvenes se convirtieron en una herramienta para alienarlo de su esposa, lo que finalmente llevó a su divorcio.
Después de una serie de empleos y relaciones rotas debido a la hostilidad en su contra, Omar intentó trabajar en el extranjero en Honduras, buscando una nueva oportunidad y un escape de la persecución en Cuba. Sin embargo, una vez más, se encontró con acusaciones infundadas y difamación, lo que afectó su relación con su nueva esposa y llevó a otro divorcio.
De regreso en Cuba, Omar continuó luchando por mantener un empleo estable. Las acusaciones falsas y el acoso persistieron en cada trabajo al que intentó unirse. Fue excluido, hostigado y sometido a un ambiente de trabajo tóxico que afectó su salud física y emocional.
Incluso después de casarse nuevamente en 2020, la hostilidad y la difamación lo siguieron. Vecinos influidos por personas desconocidas se unieron para acosarlo, agregando más presión a su vida ya complicada.
Su búsqueda de empleo y estabilidad se vio afectada repetidamente por las mismas tácticas de acoso y difamación, lo que lo llevó a perder una serie de trabajos que podrían haberle proporcionado una vida mejor y la oportunidad de construir una familia sólida.
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