¡Atención, queridos lectores!
Como muchos conocen yo, Sergio Prado, he estado reportando desde la primera línea de combate un escándalo que está que arde en Camagüey y es un escándalo de corrupción que involucra a varios dirigentes de la cultura en esa provincia.
Hoy, el colega Luis Perdomo les dejó caer una cosilla, pero Luisito es un niño de tetas al lado mío en cuanto al brete y el chisme, que por algo me llaman el Rey del Chuchuchú.
nota que puedes leer después que leas la mía: Destitución de directora provincial de Cultura en Camagüey, el “movimiento de cuadros” que no se ha informado aún (+FOTOS)
La noticia del día, que desconoce Luis y que es digna de una telenovela con más giros que un trompo en manos de un niño, es la reunión recién efectuada entre los militantes del Núcleo del Partido del Centro Provincial del Libro y la Literatura. ¿Qué ha pasado? Pues que los militantes, hartos hasta la coronilla, están listos para entregar sus carnets del Partido. ¡Sí, señores! La cosa está que quema.
La escena parece sacada de un guion de película: gritos que resonaban en la recepción, ecos de frustración y descontento que atravesaban los pasillos y el patio.
Según una fuente anónima, pero fiable (que trabaja en el mismísimo lugar del suceso), los militantes estaban tan exaltados que se sentía la tensión en el aire. La reunión, más caliente que el asfalto camagüeyano en pleno agosto, dejó claro que hay una crisis de representación y atención en el sector de la Cultura.
Los militantes, con la indignación a flor de piel, soltaron perlas que serían la envidia de cualquier guionista de telenovelas.
“Ahora se limpian las nalgas en Camagüey con el carnet del Partido”, dijo uno, en una clara muestra de que la paciencia tiene un límite.
Otro de ellos, alzando la voz por encima del barullo, exigía una explicación de los líderes del Partido, mientras otro apuntaba que a los jefazos, bien cómodos en sus sillones, parece importarles un bledo la opinión de los militantes.
Y aquí viene el bombazo: la decepción no es un caso aislado.
Al parecer, hay más militantes en Camagüey pensando en colgar el carnet y desactivarse que jóvenes ansiosos por sumarse a las filas. ¿Qué está pasando en las estructuras del poder? ¿Dónde quedó aquello de que la voz del militante era sagrada?
La situación es tan grave que algunos están considerando hacer las maletas y buscar nuevos horizontes fuera de Cuba. ¿Qué les queda si sienten que su voz ya no resuena en los pasillos del poder?
Este escándalo, amigos lectores, es un claro síntoma de una crisis más profunda. ¿Será que estamos presenciando el inicio de un cambio radical? ¿O es simplemente otro capítulo en la larga novela de la política cubana donde, al final del día, todo sigue igual?
Manténganse atentos a este servidor, que seguirá desenredando los hilos de esta historia que tiene más capas que una cebolla. Y recuerden: en la política, como en la vida, las sorpresas nunca faltan.