Un actor italiano que responde al nombre de Paolo Pesce Nanna resumió en un libro su viaje a Cuba, un país que se derrumba con el paso del tiempo.
Sin embargo, su texto no retrata la dura realidad de la Isla, que apenas pudo apreciar durante cuarenta y ocho días en La Habana.
La web radiocittaperta.it reseña que el libro clasifica como un “detallado cuaderno de bitácora”, pero los capítulos que agrupa están muy lejos de apresar en palabras la miserable vida de los cubanos.
“… desde el descubrimiento y el amor a primera vista por el ballet clásico, que hasta entonces había sido rechazado de plano, los agotadores ensayos en un idioma desconocido, con malentendidos cotidianos que dieron lugar a inolvidables siparietti, la ruptura de la ´cuarta pared´ en el teatro por parte del director, algo inicialmente chocante, la Copa del Mundo vivida en un país donde el deporte nacional es el béisbol, el redescubrimiento de la vieja pasión juvenil por la salsa cubana, y luego los conciertos, los viajes a lugares encantadores, la comida, el Covid, la ´santería´ y la amistad con mayúsculas.”
Una vistazo al párrafo anterior confirma que “Un italiano en La Habana” es una postal turística, al estilo de las que fabrica el régimen en varios medios y soportes.
La Cuba de los almendrones, la religión yoruba, las mulatas, el ron y la salsa, mezclada con la imagen de El Carnicero de La Cabaña (Che Guevara) que intenta seducir (todavía) a algunos adoctrinados e ingenuos, esa no es la Cuba real.
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Ni siquiera el encuentro del autor con poetas, maestros de música, cantantes, bailarines, dramaturgos y periodistas, así como verduleros, panaderos, taxistas, es un indicio de que lo allí escrito refleje la agonía, la angustia y la decadencia de una nación.
Folclórico resulta este ejemplar escrito a la carrera, donde se juntan “músicos callejeros con viejas y andrajosas guitarras a las que les faltan algunas cuerdas, y vendedores de dinero y de puros.”
O sea, esta es una versión del videoclip que, durante más de seis décadas, ha mostrado la dictadura cubana a cierto turista europeo que, como dijera un juglar, responde a su “ancestral manía de amancebarse con negras.”
Difícilmente, un actor como Paolo Pesce Nanna que fue invitado a participar en una obra de teatro durante la XXIV Semana de la Cultura Italiana en Cuba, tendría los berocos de hablar de presos políticos, de jineterismo, de brigadas de respuesta rápida y derechos humanos pisoteados en su obra escrita.
Una internauta que firma en la red social Facebook como Yoha Al, lamentó que Pesce Nanna fuese tan superficial en su crónica de viaje.
“Todas son maravillas, según parece. No vio la miseria ni los derrumbes, ni los apagones, ni los mendigos que pueblan la ciudad, ni la cola del pollo, ni los hospitales sin medicinas, ni habló con jóvenes locos por emigrar”, comentó.

Yoha agregó en su opinión que el viajero italiano no pareciera que conoció familias con presos políticos, ni careció de nada.
“Presentará su obra en varios lugares de Roma, con alabanzas y loas. Después nos preguntamos por qué para los europeos, resiste el mito del paraíso cubano. He ahí la cuestión”.
Redacción Cubanos por el Mundo