A medida que Cuba se acerca al aniversario del histórico 11 de julio de 2021, el país se encuentra en una encrucijada de desafíos económicos y sociales. Las recientes decisiones del gobierno, incluyendo el aumento de los precios de los combustibles y la electricidad, han generado preocupaciones entre los ciudadanos y expertos, evocando memorias de las protestas masivas que sacudieron la nación hace casi tres años.
El economista cubano Pedro Monreal cuestionó el anuncio del gobierno sobre el inminente aumento en los precios, preguntándose qué condiciones se han creado para asegurar que estas medidas no impacten negativamente a la población vulnerable.
Este miércoles, el gobierno informó que los nuevos precios del combustible y la nueva tarifa eléctrica para los altos consumidores entrarán en vigor a partir del próximo viernes, 1 de marzo. Monreal destacó que estas “correcciones” empobrecen al ciudadano, aumentando la distorsión de salarios desalineados del costo de la vida.
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Mientras tanto, el gobernante Miguel Díaz-Canel, en una reciente gira por el oriente cubano, se detuvo en Las Tunas para saludar a un grupo de pobladores. Este gesto, aunque aparentemente trivial, se produce en un momento en que el descontento popular se intensifica debido a la creciente inflación y la pobreza. Díaz-Canel, quien anteriormente había viajado en jet privado, esta vez optó por una caravana de camionetas de lujo, un cambio que no pasó desapercibido entre los ciudadanos.
Además, La Habana enfrenta un recrudecimiento de apagones y medidas de ahorro energético. La Central Termoeléctrica Antonio Guiteras, la más importante de Occidente, se desconectará del sistema por 17 días para mantenimiento, exacerbando la ya tensa situación energética. Las autoridades han implementado un régimen de contingencia que incluye la prohibición del uso de aires acondicionados administrativos y la limitación del alumbrado en centros de trabajo, entre otras medidas.
La situación se agrava con la confirmación de que el gobierno cubano ha solicitado ayuda oficial al Programa Mundial de Alimentos (PMA) para enfrentar problemas en la distribución de leche para menores de siete años. Esta solicitud, una medida inusual para el gobierno cubano, refleja la gravedad de la crisis alimentaria que enfrenta el país.
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Estos acontecimientos ocurren en un contexto donde el recuerdo de las protestas del 11 de julio sigue vivo.
Aquellas manifestaciones, impulsadas por la escasez de alimentos y medicinas, cortes de electricidad y la gestión de la pandemia, marcaron un punto de inflexión en la historia reciente de Cuba. Hoy, con el aumento de precios y la escasez de recursos básicos, muchos se preguntan si Cuba está al borde de otra ola de descontento social.
Analistas y medios independientes señalan que la situación actual deja a millones de cubanos, especialmente aquellos sin familiares en el extranjero, en una posición vulnerable.
Mientras el régimen avanza hacia un capitalismo de Estado, las desigualdades se profundizan, y la posibilidad de un nuevo estallido social no puede descartarse.
