La relación entre Cuba y Angola bajo el prisma de la asistencia médica y técnica, gestionada por la Corporación Antillana Exportadora S. A. (Antex) y el Grupo de Administración Empresarial (GAESA) de las Fuerzas Armadas de Cuba, refleja una complejidad que va más allá de la mera solidaridad.
A través de testimonios y análisis detallados, se evidencia que estas misiones, si bien enmarcadas en un discurso de cooperación internacional, tienen una fuerte orientación económica y estratégica para el régimen cubano.
Más de 30,000 profesionales cubanos han sido desplegados en 70 países, con Angola como uno de sus mercados más importantes, solo superado por Venezuela. Estas misiones son una fuente crucial de ingresos para Cuba desde 2005, sugiriendo que la solidaridad podría estar entrelazada con intereses financieros sustanciales.
Según María Werlau, directora ejecutiva de la ONG Archivo Cuba, este modelo depende en gran medida de un esquema que se asemeja a la trata de personas, donde los profesionales son mal remunerados y parte significativa de sus ingresos es retenida por el Estado cubano.
La investigación realizada por El Toque, revela que, mientras que Angola paga considerables sumas por los servicios de estos profesionales, la mayoría de los fondos son canalizados de vuelta a Cuba, donde se retiene una gran parte. Los trabajadores se enfrentan a condiciones contractuales que limitan severamente su autonomía y control sobre sus finanzas, siendo común que reciban solo una fracción de lo que legítimamente deberían ganar.
Además de los aspectos económicos, la presencia cubana en Angola también se ha militarizado. Desde los años sesenta, Cuba no solo ha ofrecido apoyo médico y técnico, sino que también ha participado activamente en conflictos y construcciones políticas y militares en el país. La intervención militar en la guerra civil angoleña desde 1975 hasta 1991 y el apoyo continuo a través de asesores en diversos sectores gubernamentales subrayan una influencia que trasciende la ayuda humanitaria.
La naturaleza de estas misiones ha sido objeto de críticas no solo por parte de observadores internacionales, sino también por los propios profesionales involucrados. Muchos denuncian una explotación cercana a la servidumbre moderna, donde se ven obligados a trabajar en condiciones desfavorables, y con remuneraciones que no corresponden a las tarifas internacionales ni a la dignidad profesional.
Este panorama plantea interrogantes sobre la verdadera naturaleza de la solidaridad cubana en Angola. ¿Es realmente un acto de apoyo desinteresado a un país en desarrollo, o más bien una estrategia meticulosamente orquestada para proyectar influencia política y asegurar beneficios económicos? Las pruebas sugieren que, más que un gesto altruista, las misiones cubanas en Angola podrían ser vistas como un mecanismo de enriquecimiento y control geopolítico.
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Redacción Cubanos por el Mundo
