En las calles de La Habana, un niño cubano de tan solo 9 años se convierte en un símbolo de la pobreza y miseria que afecta a todo el país, pues camina desde La Víbora hasta el Vedado todos los días, para ahorrarse los dos pesos que cuesta el pasaje en la guagua.
Todas las tardes el niño estudiante emprende una caminata de aproximadamente 6.5 kilómetros desde su hogar en La Víbora hasta algún sitio en el Vedado.
El cubano Ricardo Acostarana explica en una publicación en Facebook que el trayecto, dura cerca de una hora y cuarenta minutos para una persona promedio.
El niño cubano camina con una pelota rosada de frontenis en mano, y avanza por las calles de la ciudad también pidiendo dinero para su propio sustento.
La publicación del antillano especifica que el niño cursa el cuarto grado en la escuela primaria Jesús Hernández Alfonso, y tiene una inclinación especial por las ciencias naturales.
Cada día, después de sus clases, inicia su caminata hacia el Vedado. Los viernes, al terminar la escuela al mediodía, llega a su destino más temprano.
Su rutina no incluye subirse a una guagua, ya que los 2 pesos que cuesta el pasaje son cruciales para él. “Dos pesos son dos pesos”, dijo, consciente del valor de cada moneda en una economía donde el dinero escasea.
“El niño cubano camina despacio, con la cabeza escondida y las manos entreabiertas. Entre el dinero que recoge, ondula la frontenis rosada y las dos o tres pizzas que lo hacen tomar el tamañazo que tendrá de lunes a viernes, incapaces de competir con la frase lapidaria de Perito Moreno, tan parecida a un país con forma de frontenis rosada: un niño con hambre no puede escribir la palabra pan”, finaliza la publicación.
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Redacción Cubanos por el Mundo
