Cuando la Policía, la Fiscalía, y todas las entidades adscritas al Ministerio de Justicia en San Luis, provincia de Pinar del Río, permitían que en mayo del año 2011, Roylán Orjales Ramírez se fuera para su casa con una advertencia y una multa pagada de $1000 pesos en moneda nacional, tras haber golpeado, ahorcado y dejado por muerta a su novia de 16 años, no solo estaban sellando el destino de Emelinda Hernández Santiago, sino también el de Jessyka Castillo, quien moriría 13 años después a manos de la misma persona.
Jessika murió hace menos de una semana en el mismo municipio, a manos de Roylán, quien se encontraba en la calle tras haber cumplido más de un tercio de su sentencia y encontrarse en libertad condicional.
Roylán, después de 13 años en la cárcel volvió a asesinar. Esta vez a una joven madre de tres hijos. En el año 2011, asesinó a una niña de tan solo 16 años.
El 13 de enero de 2012, el Tribunal Provincial Popular de Pinar del Río, en su Sala de lo Penal, emitió la sentencia número 48, con la jueza Tamara Iiarte Hernández a la cabeza del panel compuesto por Ana Luvia Álvarez Anca, Martha Rosa Rodríguez Romero, Gisela Acosta Hernández, y Marisol Relova Rodríguez. Se juzgaba la causa número 70 del año 2011, radicada por presentación del expediente de la fase preparatoria número 99 del mismo año del órgano de instrucción de San Luis. El caso, seguido de oficio, acusaba a Roylán Orjales Ramírez de 17 años, natural de Pinar del Río y de ocupación campesino, de los delitos de asesinato en tentativa y asesinato consumado con carácter continuado.

El primer resultado de la sentencia revela los hechos con una precisión escalofriante. La noche del 27 de mayo de 2011, Roylán Orjales Ramírez visitó la vivienda de su entonces novia Emelinda Hernández Santiago, de 16 años, en la calle Antonio Maceo, San Luis. Invitándola a acompañarlo, llegaron al punto de embarque en la entrada del pueblo cabecera municipal. Una discusión surgida por desacuerdos en su relación llevó a Roylán a golpearla en la boca y ahorcarla, dejándola casi sin sentido.
Bajo amenaza de muerte la obligó a acompañarlo hasta su casa, donde permanecieron hasta el siguiente día, cuando Roylán obligó a Emelinda a montar su caballo y la llevó a un lugar recóndito, donde la colgó de un árbol con la soga del animal hasta que se desmayó, dejándola abandonada y dándola por muerta.
Emelinda sobrevivió a ese intento de asesinato y en compañía de su familia presentaron la denuncia. Sin embargo, un familiar señala que “La Fiscal no lo consideró intento de asesinato. Le pusieron una carta de advertencia y una multa de mil pesos que su familia pagó.
Casi exactamente tres meses después, el 31 de agosto del mismo año, insatisfecho con el fallido intento de asesinato anterior, Roylán ocultó un cuchillo en su calzado y se presentó nuevamente en la vivienda de Emelinda. La convenció para que lo acompañara a un cuarto de arrendamiento y, una vez dentro del cuarto, una discusión escaló a la violencia. En medio de la pelea, Roylán, aprovechando su superioridad física, la inmovilizó y le cortó el cuello con el cuchillo, causando una herida fatal que le seccionó la tráquea, el esófago y la arteria, llevándola a la muerte inmediata.
Su asesinato, calculado y premeditado, quedó demostrado durante el juicio. La doctora Aisa Serrano Gomes, al frente de la Comisión Provincial de Medicina Legal, corroboró el funcionamiento mental normal de Roylán durante el brutal asesinato. La prueba documental, incluyendo el acta de inspección, croquis del lugar del hecho y fotografías de las lesiones, junto con los informes criminalísticos en biología, toxicología y odorología, fortalecieron aún más la acusación.
El tribunal, en su fallo, sentenció a Roylán Orjales Ramírez a 20 años de privación de libertad, junto con la privación de derechos por el mismo periodo.
Roylán comenzó a disfrutar de la libertad condicional. Comenzó una relación amorosa con la joven Jessyka Castillo, a quien asesinó luego.
Sin embargo, la génesis de todo puede situarse en aquella ridícula sanción de una Carta de Advertencia y una multa de mil pesos, tras haber intentado asesinar en mayo del 2011 a su entonces pareja, a quien ahorcó y dejó por muerta.
Ambas muertes son responsabilidad de un Estado Feminicida, que no le importa la vida de las mujeres ni de los niños, por mucho que lo cacaree en cuanto foro internacional comparezca. La muerte de Emelinda Hernández Santiago en el 2011 y de Jessika Castillo en el 2024, son su absoluta responsabilidad.