No, no se ha retirado al mundo de los ancianos olvidados en la TV, aunque algunos quisieran verla fuera del juego.
Cristina Escobar, la ex periodista estrella del ICRT, la mujer que dejó plantado en el altar de la Casa de las FAR a una ex pareja en su primera boda; mujer que ahora dirige el Departamento Comunicacional en la Embajada del Reino Unido en La Habana, sigue haciendo de las suyas y manteniéndose tan relevante como siempre. Esta vez, la vimos en acción cuando una tropa de estudiantes norteamericanos, parte del programa de estudio en el extranjero de la Escuela Cronkite, aterrizó en Cuba para empaparse del complejo entramado mediático y gubernamental de la isla.
La Escobar, quien nunca ha sido de esquivar un buen escándalo o un micrófono abierto, se dejó ver en su nueva faceta de “retirada activa”. Guió a estos jóvenes por los laberintos de la política y la prensa cubana, algo que, por cierto, no está al alcance de cualquier novato. En encuentros que dejaron a más de uno boquiabierto, Cristina se encargó personalmente de exponer cómo la prensa cubana, esa que ella bien conoce, se ha moldeado y transformado bajo el peso de una sociedad que camina entre el cambio y la constancia.
Los estudiantes, dirigidos por el profesor emérito Bill Silcock, tuvieron la oportunidad única de ver de primera mano cómo se entrelazan los medios, la cultura y la sociedad en un país donde la palabra “libertad de prensa” a menudo se interpreta con asteriscos. Y ahí estaba ella, Cristina, desmitificando y descifrando cada pieza del puzzle cubano con la maestría de quien sabe que, aunque ya no esté en el ICRT, su palabra tiene peso.
El recorrido no fue meramente académico. Entre visitas a museos, la casa de Hemingway y debates en salas llenas de futuro periodístico, se nutrieron de la realidad cubana que promueve el régimen. Escobar se aprovechó luego, para con pañitos tibios seguramente, sembrar en estos jóvenes la semilla de la duda crítica y el análisis profundo, mostrándoles que detrás de cada noticia emitida, hay un mar de historias no contadas y agendas entretejidas.
A pesar de su supuesto “retiro” oficial del periodismo, Cristina demostró estar más en contacto con los pulsos mediáticos y políticos que muchos de sus colegas en activo. Su capacidad para manejar las expectativas de los estudiantes y al mismo tiempo educarlos sobre la realidad cubana fue nada menos que un tour de force de diplomacia y sabiduría periodística. Es que… ¡ella habla un excelente inglés! Cien veces mejor que el de Milena Recio, por ejemplo.
Cabe destacar que mientras Cristina lideraba esta expedición intelectual, seguramente esquivó las cámaras de la prensa libre – y no invitada a este diálogo – con una destreza digna de una veterana de la espía mediática.
Al final, ¿qué mejor manera de mantenerse “arriba de la bola” que mostrando a la futura generación de periodistas cómo se juega realmente en las grandes ligas? Cristina Escobar no solo recibió a estos estudiantes, les dio una masterclass sobre la vida, los medios y cómo mantenerse eternamente relevante, jubilación o no.