Camajana al fin, pero despistada como toda artista que se respete, Liuba María Hevia metió el delicado pie
Liuba María Hevia, conocida cantautora cubana y destacada representante de la Nueva Trova Cubana que ha colaborado con grandes nombres como Silvio Rodríguez y Pablo Milanés, confundió a Zaida del Río con Flora Fong, en un lapsus y confusión imperdonables que le costó ser expulsada de la casa de la afamada pintora.
De todo esto se supo gracias a los micrófonos que Otaola tiene instalados en casa de Amaury Pérez, lugar al que llamó Liuba María Hevia el mes pasado para contar la historia.
Según una fuente, un ex de Otaola, Liuba María le ha encomendado como contenido de trabajo a su productora Misuko —verla aquí en su perfil de Facebook— dos misiones fundamentales antes de que se acabe el 2024 y por el tiempo que sea necesario.
Una de ellas es averiguar qué premio municipal, provincial o nacional le falta a Liuba María. La otra, investigar qué cuadro, de qué pintor, le falta en su casa.
Ambas cosas, le ha exigido Liuba a Misuko, tienen que conseguirse a la mayor brevedad posible; así que su asistente se encarga de gestionarlo. En el caso de los premios, llamando a las delegaciones municipales, provinciales y nacionales e indagando por qué tal premio no le ha sido otorgado aún a la cantautora.
El modus operandi es sencillo: Misuko llama, digamos, a Cultura en Camagüey. Dice que Liuba tiene planes de viajar a la ciudad de los tinajones para dar un concierto y sugiere entonces que la ocasión es propicia para que se le entregue el premio Tinajón Ilustre —es un ejemplo—, el cual, se ha fijado ella, Misuko, que le falta en sus vitrinas. Así, mediante ese ardid, Liuba María se ha agenciado varios títulos honoríficos este año en varias provincias.
En cuanto a los pintores y sus cuadros, la estratagema difiere un poco. En este caso, no se le dice al pintor que a Liuba le falta un cuadro de él en su casa; solo se le dice que Liuba es una gran fan, que estaría encantada de ir a visitarlo un día, y del resto, de jinetear los cuadros, se encarga la propia cantautora.
Así fue como hizo con Roberto Fabelo, a quien le “raspó” un cuadro y, de quien, apenas se había alejado cien metros de su casa, comenzó a hablar todas las pestes imaginables e inimaginables de él, según me contó un botero amigo mío que fue quien la recogió ese día en casa del pintor.
Y así se dispuso a hacer con Zaida.
Misuko llamó a la pintora y le soltó la cantaleta: que Liuba era una gran fan suya, de su obra y su arte, y que estaría encantadísima de hacerle la visita; momento que sería propicio para llevar su guitarra y deleitarla con las canciones que ella quisiera escuchar. Zaida, emocionadísima con la idea, precisó fecha y dijo que su casa estaría honrada en recibir “a la cantautora más importante que ha tenido Cuba desde Teresita Fernández”.
Y llegó el día.
Horas antes, Misuko le advirtió a Liuba que la gente solía confundir a Zaida del Río con Flora Fong, la otra pintora cubana reconocida y le agregó:
“Ellas no se soportan. Ni la una ni la otra. Mira a ver, que las dos son medias chinas, se parecen y las dos pintan, pero no vayas a equivocarte”.
“Tranquila”, le respondió Liuba. “Eso no va a suceder”.
“Tan pronto me dé el cuadro nos vamos”, le dijo.
A la llegada a casa de Zaida, Liuba María Hevia y Misuko fueron recibidas con toda la pomposidad que merecían. Liuba le aseguró a Zaida que “ardía en deseos de visitarla” y “conocer su casa estudio”. Se confesó “una admiradora de toda la vida”, y ni corta ni perezosa, se lamentó —y puso a Misuko como testigo— de los “muchísimos años que me vengo diciendo que me falta en mi colección un cuadro tuyo”.
Zaida de inmediato se ofreció para ir a la cocina a preparar un té o un café y le dijo a Liuba que pasara al salón donde tenía sus obras nuevas y que “escogiera”.
“La que más te guste. No tengas pena”, le dijo. “Vuelvo enseguida”.
Diez minutos después, Zaida volvía con la bandeja, las infusiones, unas galleticas María y unos bizcochos.
“¿Qué? ¿Ya te decidiste? ¿Ya sabes cuál quieres?”, le preguntó Zaida a Liuba.
Esta última, como no sabe nada de pintura, quiso ver si le tomaba la iniciativa a Zaida y le “arañaba” el cuadro que, a su entender, tenía más valor.
“Ay, mi amiga… ¡No sé por cuál decidirme!”, le dijo.
“¡Tu obra es tan buena!”, la halagó.
“Yo siempre se lo digo a Misuko: Que tú, Flora Fong, eres mejor pintora cien veces que la otra zarrapastrosa de Zaida del Río”.
Creo que está de más contarles lo que sucedió a continuación. Lo resumiré diciendo que Zaida las expulsó a ambas de la casa. Sin cuadro. Y sin que siquiera tomaran café o té.
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