El robo se ha convertido en una especie de deporte nacional que practican todos. Desde el más de a pie de los cubanos, hasta funcionarios, administradores… y Ministros.
«Ese hombre robó (no fue culpa de él)», cantaría Pimpinela
En un país donde las oportunidades de superación son escasas y en ocasiones reprimidas, los cubanos han vivido generaciones enteras «luchando» y «resolviendo pa la casa», lo más mínimo.
Aquellos que trabajan en oficina, hacen favores y los cobran; roban insumos. Los que trabajan en almacenes, roban lo que pueden para comer y hasta revender. El mal de robar está tan entronizado en el ADN de los cubanos que, incluso hasta robos más serios, siempre y cuando se cometan contra entidades del estado, la plebe suele perdonárlos bajo el argumento de que «están luchando».
Claro, hay luchas y luchas. Si es uno que entró a casa de un vecino a robar no, porque al final los dos son pobres. Sin embargo, si el vecino es rico, no son pocos los que justificarían el robo.
Si se le roba una vaca al campesino, «el pobrecito tenía hambre», y así robando y robando los cubanos van sobreviviendo hasta que… no tengan más nada que robar.
El gobernante designado los mandó a «resistir creativamente» y «luchar sus alimentos», y eso precisamente es lo que están haciendo algunos no, todos: resistiendo. Unos, se van del país; otros se frustan y se lanzan a la calle a gritar consignas; otros, sencillamente se dedican a robar.
Si se saca cuenta de cuántos son en cada grupo, tal parecerá que los que se largan de la isla son los más. Y si uno se guía por los reportes de los perfiles oficialistas en Facebook vinculados al Ministerio del Interior, la pregunta que nos asalta es otra: ¿habrá cama para tanta gente en la cárcel?
La lista de páginas de este tipo crece cada día, con nombres tan absurdos como: Fuerza del Pueblo Las Cosas de Fernanda, Cazador-Cazado, La Página de Mauro Torres 2.0 Angerona de Cuba, Guajiro Puro, Con Todos la Victoria, Héroes del Moncada, Cuatreros al Desnudo, La Verdad En Información…
Las fuerzas del orden «batallan día a día contra las ilegalidades», pero el rasero con el que miden «el delito» es en no pocas ocasiones ridículo. Diez libras de queso, cien cajas de cigarro… cualquier «cantidad» que a ellos les parezca excesiva, toman fotos y divulgan rostros – sin presunción de inocencia alguna – en las redes sociales.
Los hay que roban ahora y se van. Y luego regresan a los 30 minutos a seguir robando donde robaron antes.
¿Diez botellas de Whisky? ¡No problem! Delito.
Algunas, como Las Cosas de Fernanda, por lo menos han aprendido a fuerza de regaños a cubrir las identidades.
Los delitos son tantos que los cubanos, cansados en ocasiones de llamar a la policía y que esta no aparezca – porque se encuentran persiguiendo disidentes, opositores y activistas seguramente – han decidido tomar la justicia por sus manos.
Aquellos que han logrado golpear al ladrón, son los que más justicia alcanzan; pues los más vivos, aquellos que han logrado instalar cámaras de seguridad en sus casas, reciben en las Unidades Policiales el típico: «Vamos a ver».
Recientemente en Las Tunas, Cuba, un robo de bicicleta fue capturado en video en un bar local. El incidente, grabado claramente por las cámaras de seguridad, muestra el momento en que un hombre se lleva una bicicleta aparcada fuera del establecimiento.
Las autoridades, dicen, están investigando el caso, utilizando las imágenes del video para identificar y capturar al responsable del robo. Sin embargo, de la voluntad policial en casos similares, hay sobradas quejas.
En días pasados un hombre atropelló a una mujer y se dio a la fuga. A pesar de que una testigo logró identificar la chapa del vehículo, a pesar de que todas las chapas están registradas contra un nombre incluso en Cuba, donde todo sucede como si fuera una finca, las chapas tienen un dueño. Sin embargo, la policía no hizo mucho por resolver el caso.
Los cubanos resisten… creativamente, en las manos de Dios.
Y claro, están los que disfrazados de funcionarios, roban millones de pesos al pueblo.
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