Este miércoles – o tal vez fue el martes – me pareció ver a Otto Rivero por La Habana del Este.
Me habían hablado de que andaba destruido. Otros me habían contado que estaba alcoholizado. Los más o menos cercanos a él me decían que a cada rato hablaba mucha mierda. Y ex compañeros de trabajo en el Gran Teatro de La Habana, donde fungía como director o ingeniero de luces, me contaron la pasada semana que había pedido la baja “hace rato”.
“Chico, yo creo que se va del país. ¿Quién pide una baja, así por así?, “ me comentaba “Ramiro”, un amigo, vía Whatsapp.
“Orteguita”, otro viejo amigo y colega de Otto en su último centro de trabajo, expresaba por su parte, vía telefónica, sus reservas.
“Yo creo que a él y a la mujer los mantienen desde el norte. No sé, ¿no es que tenía un hijo o una hija fuera? ¿O dos hijos fuera? ¿O todos los hijos fuera?”.
“Orteguita” dice que escuchó que a Miami llegó Manuel Menéndez Castellanos, y afirma que “si ese llegó, no dudes que este también llegue”.
“¿Viste, periodista, a Felipe Pérez Roque? ¡Está destruido!” ¿Pero ese no andaba por Honduras?”, preguntaba y afirmaba con la misma similitud en que subió y cayó estrepitosamente, desde lo más alto, el ex Canciller de Cuba.
“Orteguita” se refiere a un noticia de El Lumpen – o varias de ellas – en las que se afirmaba mediante sátira deliciosa y mucho sarcasmo, que Felipe Pérez Roque andaba por las selvas latinoamericanas como un migrante más.
¡Ay, no! Si a ese sí no lo dejan salir!,” comentaba “Ramiro” entre risas, al conocer que no, que Felipe Pérez Roque nunca se fue de Cuba.
“Orteguita” recuerda cómo Felipe llegaba a los lugares y ponía a todo el mundo a correr.
“Lo que da es pena ahora… Con la prepotencia que llegaba a los lugares… Incluso siendo dirigente juvenil. Era cercano a Fidel y era como su voz o su conciencia. Hablaba y decía “Fidel quiere esto”, y la gente creía ciegamente que verdaderamente, Felipe Pérez Roque, obraba en voz del destructor de Cuba.”
Otro que igual, era como una extensión de los tentáculos fidelistas era Otto Rivero.
“Chico, pero Otto nunca maltrató a nadie aquí. Felipe sí maltrataba la gente. En la Cujae, donde yo trabajaba, llegaba a dar palos.”
“Otto lo que era comelón,” rememora Ramiro.
Ambos, sin embargo, aseguran que Otto ya no bebe tanto. Al menos no como antes.
La historia de Oto Rivero Torres
La historia de Oto Rivero Torres es un reflejo fascinante de los altibajos de la política cubana.
Nacido en 1968 en la antigua provincia de Las Villas, Rivero ascendió rápidamente en las filas de la Unión de Jóvenes Comunistas, destacándose por su lealtad y capacidad para movilizar a la juventud justo después que saliera en el último año (12 grado) de la Escuela Vocacional “Ernesto Guevara” de Santa Clara.
El periodista Siro Cuartel, quien compartió con él durante cuatro años en esa escuela, asegura que Otto, allí, en la ESVOC, nunca ocupó un cargo importante ni en la FEEM ni en la UJC de la escuela.
“Recuerdo a Carmen Rosa Baéz. De aquella escuela, solo llegaron arriba, ella y él. Ella siempre se destacó. Él no. Nunca,” dijo a Cubanos por el Mundo.
El propio Cuartel afirma que:
“Fueron compañeros míos de la Facultad de Eléctrica, los que en la Universidad Central de Las Villas, “Marta Abreus”, lo propusieron como candidato a la presidencia de la FEU en el centro.
“Había una gran rivalidad con los de Mecánica, si mal no recuerdo. Nadie en Eléctrica quería ese cargo y esta gente empujaron y empujaron a Otto para que aceptara. El “compromiso contraído” por Otto, con ellos, es que si ganaba la presidencia de la FEU, le debía dar más tickets para comprar ron y hamburguesa a ellos. Y así comenzó su ascenso,” detalla Cuartel.
Este ascenso lo llevó a ser nombrado vicepresidente del Consejo de Ministros en 2004, donde estuvo a cargo de la monumental “Batalla de Ideas”, una campaña ideológica lanzada por Fidel Castro.
Sin embargo, la cercanía al poder resultó ser una espada de doble filo. En 2009, bajo el mando de Raúl Castro, Rivero fue abruptamente destituido, acusado de corrupción en un caso envuelto en secretismo.
Su vida personal se desmoronó, enfrentando depresión y alcoholismo. No hace mucho, en un post que publicó en su perfil de Facebook, daba loas a la Revolución y al MININT por haberlo salvado del alcoholismo y la muerte.
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Omar Valiño, otro colega de Cuartel y de Rivero en la ESVOC, siempre se ha mantenido a su lado; defendido incluso, hasta donde ha podido.
A pesar de todo, Rivero mantuvo su lealtad a la Revolución y, tras años oscuros, encontró refugio en el Teatro Nacional de Cuba, donde trabajaba hasta hace muy poco.
Hace muy poco también arremetió de manera misógina y desordenada, casi frenética y sin ton ni son con la actriz Andrea Doimeadiós.
Pero esa, ya es otra historia. Como es otra la historia que, hace ya algún tiempo, contaba por acá yo.
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