El actor Omar Alí ha desatado controversia entre miles de cubanos con sus declaraciones sobre la libertad, afirmando que esta es un tema personal, desligado de la política y reducida a un plano meramente individual.
La postura del actor, expuesta en una entrevista con la actriz Maikel Amelia, es un claro reflejo de la ambigüedad y las contradicciones que muchos artistas cubanos enfrentan al discutir conceptos tan complejos en un contexto de censura y represión. Alí afirmó ser libre, pero su percepción parece no reconocer los límites impuestos por el propio entorno social y político en el que vive, algo que también podría aplicarse a la misma entrevistadora.
Hasta el año 1998 yo le hacía solo estos mandados a mi tía. Iba al agro de 19yB, o al agro de la bodega; iba a la bodega a buscar los mandados o el pan; e iba a pagarle el teléfono. En una de esas “misiones hogareñas”, no recuerdo en cual, me tropecé con Alí que también hacía la cola. La gente se quejaba por el desbarajuste que había. Yo no recuerdo qué fue lo que yo dije u opiné precisamente – han pasado muchos años – pero sí recuerdo la frase de Alí reprochándome:
“Coño, chama, no vengas a poner esto malo aquí”.
Lo dicho por el actor en una fecha que no puedo precisar, pero debe haber sido entre 1993 y 1998, demuestra que Alí, al menos en ese momento, tuvo miedo. No por algo que dijera él, que es posible que ese día no haya dicho nada y haya aguantado callado, sino por algo que dijo otro que él pensó podía comprometerlo.
Omar Alí y Maykel Amelia navegan con cautela en las aguas de la censura.
Tanto Omar Alí como Amelia han enfrentado la falta de libertad en Cuba en diferentes momentos de su vida, aunque ahora ambos parezcan navegar con cautela en las aguas de la censura.
En la década de los noventa, por ejemplo, difícilmente podrían haber entrado a un hotel o haber disfrutado de dólares extranjeros debido a las estrictas restricciones impuestas por el gobierno cubano.
Tampoco podía caminar por la acera próxima a la actual Embajada de EE.UU. en La Habana, por aquel entonces solo Oficina de Intereses.
Estas limitaciones y otras muchas, no solo afectaron su vida diaria, sino que también coartaron su capacidad de sentirse libre; no ya de expresar libremente sus opiniones en los momentos críticos, ya sea por las constantes fallas en el transporte, las largas colas, la escasez en las bodegas o los interminables apagones.
Muy seguramente mandó – y manda – a alguien, a que hable bajito a cada rato porque las paredes tienen oídos
Maikel Amelia, quien conduce el programa, parece tener una plataforma para exponer temas y entrevistas desde una aparente libertad.
Sin embargo, ella, al igual que Alí, probablemente sabe que, aunque se sienta “libre” de hacer su programa, en realidad solo puede moverse dentro de los márgenes permitidos; y por eso la dejan hacer ese programa de entrevistas.
No se pierda en mis palabras. Revise las redes sociales de esta actriz de arriba a abajo y encuentre uno solo, ¡un solo! cuestionamiento a la realidad de la isla en que vive y en la que ella parece no querer vivir.
Como bien se dice en Cuba, “puedes jugar con la cadena, pero no con el mono”. Tanto el actor como la entrevistadora están conscientes de las líneas invisibles que no podían cruzar en la entrevista. En este sentido, la libertad de la que hablaron parecía un espejismo, una entelequía; un reflejo de una realidad que niegan o se niegan a confrontar abiertamente.
Es importante señalar que, al afirmar que la censura no debe verse como algo “terrorífico” y que incluso podría fomentar la creatividad, Alí parece normalizar un sistema que ha obligado a decenas de artistas, periodistas y ciudadanos a la autocensura o al exilio sobre todo cuando expresa que “existe en todas partes y va a seguir existiendo”.
Su postura refleja una visión conformista, casi alineada con el poder, que minimiza el daño que la falta de libertad de expresión y la censura ha causado en generaciones de cubanos.
En este sentido, tanto Omar Alí como Amelia parecen estar atrapados en una paradoja. Aunque se proclaman libres o insinúan que ejercen algún tipo de libertad personal, su contexto les impide reconocer las libertades que no tienen. Por lo tanto, sus declaraciones, más que expresar una verdadera libertad, revelan una especie de aceptación resignada de los límites que el régimen impone, disfrazada de una supuesta autonomía individual.
La libertad, Alí, es un tema colectivo, ineludiblemente vinculado al contexto político y social, y no solo una cuestión de decisiones individuales.
Estoy más que seguro que, cuando único tú te sientes libre de verdad, es en tu casa, cuando no hay nadie y tienes deseos de ir al baño.
Tal vez Alí quiera leer sobre Luis Manuel Robles y cuando pidió LIBERTAD para Denis Solís.
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