Abel Prieto tiene un hijo en el diario Invasor

Le sale un hijo a Abel Prieto en la prensa de Ciego de Ávila

Vaya sorpresa se ha llevado Abel Prieto. Al parecer, su discurso sobre la colonización cultural ha germinado en Ciego de Ávila, donde el periodista Neilán Vera ha decidido cargar con la antorcha y ampliar la batalla contra la cultura chatarra y la invasión de símbolos ajenos.

¡Qué alegría para Prieto! Su hijo ideológico ha llegado, y lo hace a lo grande, justo cuando las calabazas de Halloween empiezan a decorar las esquinas y los zombis invaden las calles cubanas.

En su columna, Vera, cual fiel discípulo, reflexiona sobre la “descolonización cultural”, pero con un giro avileño. Eso sí, como buen cubano, le pone su sazón: no se trata de oponerse a todo lo foráneo —porque al final, como dice el propio Vera, Cuba es un ajiaco mestizo—, sino de plantarle cara a esa “cultura chatarra” que tanto enfurece a Prieto.

Porque claro, ¿cómo es posible que nuestros jóvenes prefieran disfrazarse de nazis o del Ku Klux Klan en Halloween antes que sacar a relucir una buena décima guajira? Aquí hay algo que no cuadra, y es obvio que tampoco cuadran esos disfraces, pero no por ser “foráneos”.

Pero Vera va más allá y, en un tono que bien podría arrancar una sonrisa irónica a su mentor intelectual, se pregunta: ¿realmente está tan mal celebrar Halloween? Al fin y al cabo, lo que da miedo no es la fiesta en sí, sino el vacío cultural que nos deja.

“Cosechamos lo sembrado”, sentencia el periodista. Es decir, si la juventud prefiere los disfraces de monstruos antes que la cultura nacional, quizás no es culpa de ellos, sino de la falta de alternativas.

Y así, entre telenovelas que caricaturizan al campesinado y la falta de una oferta cultural seria en las comunidades rurales, Neilán Vera deja claro que el problema no es el Halloween, sino que octubre pasa, noviembre llega, y al final seguimos discutiendo lo mismo año tras año. Quizás lo que necesitamos no es prohibir las calabazas, sino poner más teatro, cine y literatura de calidad al alcance de todos.

Al final el texto del hijo de Abel Prieto no está del todo mal, porque el joven cuela, entre tanto bochorno alguna que otra crítica certera sobre la falta de opciones de los jóvenes en esa provincia; aunque claro, no denuncia al responsable.

Su defensa de “esa cultura auténtica, robusta y profundamente cubana” languidece al criticar ese “consumo generalizado de productos audiovisuales de pésima factura y peor mensaje,” que tal parece él no ha visto nunca los made in Cuba que, Neilán, papi, son tremenda mierda.

Su crítica a las “expectativas de vida basadas en el individualismo y el dinero como única fuente de éxito…” en un país donde la gente ha aprendido a sobrevivir salvándose a sí mismos y donde tener dinero es lo único que te puede garantizar un plato de comida en la boca, son incorregibles.

Su tesis – que no es otra que la de Abel Prieto – es que “la cultura chatarra que abunda, fundamentalmente, en los circuitos ideológicos de Occidente” y que ello obliga a “encender las alarmas, e insistir una y otra vez en la necesidad de un proyecto descolonizador y universal”; y que ante ello, “los vacíos culturales de nuestra sociedad, en la indolencia y las chapuzas en la implementación de algunas políticas” son el caldo de cultivo para “la penetración cultural y de la guerra de símbolos impulsada desde Estados Unidos contra la Revolución cubana.”

La cuestión, en todo caso, reside en la desmemoria impuesta por el régimen que defiende Abel Prieto, que ha intentado, intenta e intentará borrar de la memoria cultural del cubano todo lo que ideológicamente le sea contrario.

¿En serio cree él que a algún gerifalte cubano le interese de verdad que “las tradiciones campesinas están muriendo desde hace décadas”?

Al final el hijo de Abel Prieto nos deja saber cuán molesto le resulta que “unos cuantos reguetoneros e influencers movilicen a más pueblo que Silvio Rodríguez, Viengsay Valdés o Nancy Morejón”, dejando claro todo su odio clasista y elitista de blanco hacia el reguetón.

Así que, Abel, prepárate: Ciego de Ávila ya tiene su propio defensor de la cultura cubana. ¿Le dejarás el campo libre o te unirás a esta cruzada avileña? ¡Parece que se vienen tiempos interesantes!

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