La industria azucarera, una de las más emblemáticas y vitales para la economía cubana, enfrenta un escenario desolador en la actualidad. En una reflexión publicada en Granma, el periodista oficialista Pastor Batista Valdés lamenta el estado actual de la producción de azúcar en Cuba y “propone una serie de iniciativas” para enfrentar la crisis que impide, entre otras cosas, que los cubanos puedan acceder regularmente a este producto básico en sus canastas familiares normadas.
Periodista oficialista al fin, las “propuestas” y el lenguaje de la “protesta” por la falta de azúcar, deja un sabor amargo en quien lo lee porque, de nada le sirve a Batista Valdés hacer “un llamado a la acción colectiva”, si no denuncia las verdaderas causas del problema.
Su artículo es una especie de añoranza por los tiempos en que el azúcar fluía abundantemente en las bodegas cubanas, como en los años 80; tiempos que, saben todos, han quedado atrás.
Hoy, en la isla, incluso cubrir las necesidades mínimas de azúcar en la canasta básica se ha convertido en un desafío monumental.
El periodista oficialista alude a la falta de recursos, la baja motivación laboral y el éxodo de la fuerza de trabajo del campo hacia la ciudad como agravantes de la situación; y señala que la escasez de caña de azúcar ha derivado en una cadena de dificultades que empieza con la siembra y termina con la incapacidad de los centrales azucareros de cumplir con su producción planificada.
Ante este panorama, Batista Valdés sugiere que la responsabilidad de producir azúcar no debe recaer únicamente sobre los trabajadores del sector, sino que debe convertirse en una tarea nacional y para ello propone, al más puro estilo sesentero, setentero y ochentero, la organización de jornadas productivas con la participación de trabajadores de otros sectores para colaborar en la siembra de la caña, una iniciativa que ya se ha implementado en algunas provincias, pero que no soluciona el problema estructural de la industria.
Luego en una especie consejo a lo sálvese quien pueda, cuestionó la lógica detrás de la distribución de azúcar entre provincias, sugiriendo que cada territorio debe asumir la responsabilidad de producir el azúcar que necesita. En su opinión, los territorios que tienen centrales azucareros deben garantizar su autoabastecimiento y no depender de otros, salvo en casos de emergencias o situaciones excepcionales.
Esta última propuesta y el texto todo tiene un problema que se lo hizo notar un forista, quien con lenguaje educado burló la censura y le comentó:
“Periodista, el interes por la situación de nuestra industria azucarera es loable, pero la historia no se ajusta a la realidad, antes del triunfo de la Revolución, es verdad que esa tarea solamente era cumplida por trabajadores del campo, a partir de 1959, todos nos sentimos parte del campo, de sus centrales, de la siembra de caña y su corte. Hay que preguntar quien desmanteló centrales, quien dejó a centrales de siempre sin sus campos de caña. No es normal hablar que el resto de la población no ayuda, hay que preguntar, quien desmovilizó aquel entusiasmo y aquella entrega.fuimos los reyes del azucar, comenzó el bloqueo y seguimos siendo los reyes, la URSS nos compraba el azucar, pero, cuando desapareció la URSS, desde antes, ya no fuimos los reyes del azucar ¿Por que? alguien debe explicar, pero entiendo que no es lógico repartir culpa a partes iguales.
¿La respuesta? Fidel Castro. Fue a él a quien se le ocurrió desmantelar centrales azucareros y campos de caña; pero eso, nunca lo reconocerán.
Otros periodistas oficialistas y sus propuestas
Otros dos periodistas oficialistas, Jorge Pérez Cruz y Joel García León – ¡vaya perla este último! – al cubrir una reunión en la que estuvo presente el vicepresidente Salvador Valdés Mesa, recogieron una propuesta única: que para tener azúcar, hay que sembrar más caña, pero ¿quién la siembra?
Es evidente que ellos no la sembrarán, ni tampoco Salvador Valdés Mesa, ni ninguno de los dirigentes que, encima, sentados frente a un buró, “cosechaban” ideas, lamentos, sugerencias y regaño.

Aunque las soluciones parecen esquivas, el funcionariato insiste en que es posible rescatar la industria azucarera cubana, “con más apoyo y voluntad política”. Todos creen – hasta los periodistas mencionados – que Cuba podría volver a producir el azúcar que necesita, al menos para su consumo interno pero, ¿quién siembra la caña?
Valdés Batista cree que este esfuerzo no debe recaer solo sobre los hombros de los trabajadores del sector, sino sobre toda la sociedad cubana, en un esfuerzo colectivo por recuperar una industria que alguna vez fue el pilar de la economía de la isla pero, ¿se irán al campo a sembrar caña Salvador Valdés Mesa, José Luis Tapia Fonseca, etc. y etc.? ¿Con qué recursos?
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