Jonathan Frómeta Navarro se convirtió en un salvador de vidas en medio del desastroso paso del huracán Oscar por la provincia de Guantánamo.
Sin embargo, fue él mismo quien confirmó ante la prensa oficialista que, a la mañana siguiente de la tormenta, apenas llegó el equipo de Salvamento y Rescate, cuando él ya había estado trabajando incansablemente, rescatando a aquellos que habían quedado atrapados por las inundaciones.
Dicha revelación no hace más que evidenciar la precariedad de los equipos de rescate en la isla, un aspecto que debería ser crucial para evitar tragedias mayores.
Con lágrimas en los ojos, relató cómo comenzó a subir a la segunda planta de la casa de su tía, haciendo lo posible para proteger a un grupo de personas vulnerables que quedaron varadas durante la noche.
“Fue una madrugada dura. Cuando vino Salvamento y Rescate, ya de día, les ayudé a sacar a los vulnerables, personas adultas y de la tercera edad para allá”, fueron sus palabras.
“Tuvimos que romper la casa de personas que estaban atrapadas, casi al ahogarse y no podían salir. No pude llegar a todos. Fue duro”, agregó.
Trascendió que, en su noble misión, nadó en búsqueda de su propia hija, quien se encontraba en un lugar elevado sosteniéndose con un nylon.
También ayudó en el rescate de un grupo de niños en una escuela cercana, atravesando el agua y el barro, incluso cuando las condiciones eran peligrosas.
A pesar de su valentía, Jonathan se siente profundamente afectado por los que no pudo ayudar, con esas desgarradoras escenas del agua y el desastre perennes en su memoria.
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De hecho, mostró la desolación de su vivienda y la tristeza por los que quedaron atrás.
La provincia de Guantánamo fue la más afectada por el paso del fenómeno meteorológico, dejando a su paso múltiples muertes, devastación y cubanos a la deriva.
Redacción de Cubanos por el Mundo