En una esquina de Santiago de Cuba, un niño fue encontrado en un contenedor de basura en busca de algo que llevarse a la boca.
La escena, desoladora y sobrecogedora, fue documentada por el activista Yasser Sosa Tamayo a través de su cuenta de Facebook, quien relató que el niño, identificado como Jesús, parecía tener problemas mentales y vivía con su padre alcohólico en la zona conocida como Micro 8.
El testimonio de Sosa Tamayo añade que el pequeño, visiblemente desamparado, estaba rodeado por la indiferencia de muchos habitantes de esa comunidad quienes, a pesar de ser testigos de su dolorosa situación, no hicieron nada para ayudarlo.

La reacción de Sosa, quien no pudo ocultar su indignación, fue clara: la imagen del chico entre la basura refleja la cruda realidad de un país que, bajo el régimen castrista, ha dejado de lado a los más vulnerables.
“Haberlo encontrado tan joven (tan niño) alimentándose de los desechos, mientras era observado por varias personas, que lo veían como un decorado más de ese cuadro funesto, me hizo sentir odio, rabia, asco por la invalidez espiritual de los que veían tranquilamente al jovencito hurgar en la basura como un animalito primario”, escribió en la publicación.
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Este caso, aunque desgarrador, no solo ocurre en Santiago de Cuba, pues en la isla, la pobreza extrema y la falta de servicios básicos son una realidad palpable para millones de personas.
“Haberlo visto a plena mañana comiendo de la basura me provocó un dolor visceral como de pistolazo a boca jarro, un pedazo sensible de mí se removió y los ojos se me lloviznaron de tristeza”, confesó el denunciante.
Mientras la cúpula del régimen se da todos los lujos posibles, con recursos destinados a proyectos sin justificación, o exhibiendo indumentarias costosas, los niños como Jesús deben buscar comida entre los desechos, lo que representa una tragedia absoluta.
Redacción de Cubanos por el Mundo