Tras el incendio ocurrido en junio que se suscitó el edificio Girón, ubicado en El Vedado, La Habana, los meses han pasado sin que se solucionen los graves problemas estructurales que afectan a sus residentes.
Este emblemático inmueble, inaugurado en 1967 como un ícono de la “modernidad”, el régimen hoy refleja el desinterés por las necesidades básicas de su población.
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Según reportó 14ymedio, desde el incidente, el único ascensor operativo quedó fuera de servicio, dejando a las familias atrapadas en una rutina marcada por la precariedad.

Para los residentes de los pisos más altos, la vida diaria se ha convertido en un desafío monumental. Las personas mayores, muchas de ellas con movilidad reducida, apenas pueden salir de sus apartamentos, mientras que familias completas enfrentan dificultades para cargar alimentos o transportar enfermos.
El estado del edificio es alarmante. Las escaleras, que ahora son la única vía de acceso, presentan huecos peligrosos y barandas corroídas, un riesgo que crece con cada día que pasa sin reparaciones.
Las columnas cuarteadas y el deterioro del sistema eléctrico agravan aún más la situación, haciendo del Girón un lugar donde la seguridad parece haber sido desterrada.

El Girón no llegó a este punto de la noche a la mañana. Prácticas como cocinar con leña en los pasillos no solo dañaron las estructuras, sino que simbolizan la desesperación de una población abandonada.
A pesar de las reiteradas denuncias de los vecinos en redes sociales y las solicitudes de ayuda estatal, las respuestas han sido insuficientes, si no inexistentes.
El edificio Girón, que alguna vez representó un proyecto arquitectónico visionario, es hoy un testimonio viviente del fracaso estatal y la decadencia urbana en Cuba.
Mientras el régimen castrista ignora su responsabilidad, los residentes quedan atrapados en un escenario que mezcla el peligro constante con la resignación.
Redacción de Cubanos por el Mundo