La debacle de la industria azucarera, junto con la crisis turística, ha llevado a que la zafra 2024-2025 solo cuente con 15 centrales operativos en Cuba, diez menos que la anterior.
Durante los últimos 25 años, la decadencia de la producción de azúcar en Cuba ha sido evidente.
La importación se ha vuelto crucial, pero la bancarrota del país lo impide. En la canasta básica racionada, el azúcar pardo se ha “mantenido”, aunque la cuota ha disminuido de cuatro a dos libras.
En diciembre, Santiago de Cuba solo recibió azúcar blanca para niños y embarazadas, dejando al resto de la población sin su ración habitual.
En medio de apagones, cubanos como Mayra recurren a soluciones creativas, como hacer agua de azúcar con los restos que quedan.

“Compré una libra hace diez días a 390 pesos, ya se acabó”, comentó ante Diario de Cuba.
Los cubanos consideran que el azúcar ahora es un lujo. Muchos han recurrido al mercado negro, donde el precio puede ser más accesible, aunque sigue siendo elevado, alcanzando hasta 430 pesos por libra en las MIPYMES.
La escasez de azúcar también afecta a los hábitos alimentarios tradicionales.
La cubana, Lourdes, de 84 años, recuerda los dulces caseros como boniatillo y cocada, y que ahora considera inalcanzables.
“Sin azúcar no hay país” es una frase atribuida a José Manuel Casanova, reflejando la importancia histórica de la industria azucarera en Cuba.
Un siglo después, la afirmación resuena con fuerza en un país donde la escasez y la pobreza son palpables.
Los antillanos se mantienen en incertidumbre y desesperanza, esperando por las falsas promesas del régimen comunista que ofrece mejoras en la calidad de vida, que no cumple.
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Redacción Cubanos por el Mundo