Un cubano decidió escribir una emotiva, así como cruda carta a Santa Claus en esta época navideña, exponiendo todos los padecimientos que debe soportar tanto él como el pueblo.
Desde el inicio, el autor, identificado como Christian Arbolaez, reconoce las deficiencias del sistema postal, pero confía en que su mensaje pueda llegar al mítico personaje decembrino.
Entre líneas cargadas de ironía, Christian describe un panorama sombrío: interrupciones constantes en el suministro eléctrico, escasez de agua y carencias materiales que lo han convertido, según sus propias palabras, en un “campeón olímpico” al cargar cubos de agua desde un tanque cercano.
Sin embargo, más que quejas, la carta está repleta de solicitudes sencillas que retratan la compleja situación que enfrentan los cubanos.
“El agua, ni hablar, me he vuelto campeón olímpico cargando cubos desde el tanque de la esquina. Pero bueno, no te escribo para darte quejas, sino para pedirte unas cositas, porque de tanto oír hablar de ti, creo que puedes hacer más que otros…”, escribió.
En su lista de deseos, pide un poco de esperanza, comparándola con un recurso tan básico y necesario como el aceite de cocina.
También solicita alimentos esenciales, como pollo y arroz, para poder cerrar el año con una cena digna, e incluso café, para empezar las mañanas con algo más que sueños.
En un tono cargado de humor, ruega por un ventilador nuevo, ya que el suyo amenaza con rendirse ante el calor insoportable.
“Si puedes, tráeme un pedacito de esperanza, que aquí hace más falta que un litro de aceite. Y hablando de aceite, no sé si en tu bolsa mágica caben un paquete de pollo y un poco de arroz, porque sería un milagro poder hacer una cena decente este fin de año”.
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“¿Podrías dejar en mi casa un ventilador nuevo? Este mío parece que quiere jubilarse, y con este calor, uno no duerme ni en sueños. Y si te sobra algo de tiempo, pasa por la farmacia del barrio y rellena las estanterías, algo aquí es más difícil que ver un unicornio en bicicleta”, ironizó.
Pero no solo piensa en sus necesidades personales; el cubano incluye en su pedido un “saco de paciencia” para su vecino, quien vive constantemente molesto.
El clímax de su carta llega al pedir algo mucho más profundo: un cambio que trascienda lo material. Con palabras poéticas, expresa su anhelo de que desaparezcan el mal y las tormentas que nublan la vida en la isla, deseando un futuro más claro y lleno de esperanza para todos los cubanos.
Finalmente, el joven cubano aclara que no busca extravagancias, solo tranquilidad y estabilidad, aquellas que se consiguen cuando las cosas básicas funcionan.
Cierra su carta agradeciendo a Santa Claus por escucharlo y dejando encendida una vela, no como decoración navideña, sino como símbolo de fe y resistencia en un país donde el día a día exige inventar soluciones a problemas que no deberían existir.
Redacción de Cubanos por el Mundo