La página oficialista “Con Todos la Victoria”, vinculada al Ministerio del Interior en Cuba, parece estar determinada a mostrarnos que en la isla se vive bajo un régimen de “justicia preventiva”.
Dos publicaciones recientes celebran, con un entusiasmo casi pueril, la detención de ciudadanos por un delito que se podría describir como “tener pinta de que ibas a hacer algo malo”.
El primer caso es el de Pedro Isidro Fuentes Martínez, detenido en Versalles, Matanzas, por portar en su mochila objetos como un mazo de llaves, un gancho en forma de “S”, un cuchillo, guantes negros y una linterna.
Según la lógica policial, estos instrumentos lo incriminan como potencial ladrón, aunque no estaba robando nada al momento de su detención. El acto de llevar herramientas básicas, que bien podrían servir para cualquier tarea doméstica o profesional, fue suficiente para acusarlo de “tentativa de robo con fuerza”.
Pero no acaba ahí: la página se regodea en detallar que Pedro ya había tenido problemas con la justicia, pintándolo como un reincidente irredimible antes siquiera de un juicio.
El segundo caso es el de Nelson Chacón Águila, sorprendido en Cárdenas mientras supuestamente brincaba la cerca de una vivienda en horas de la madrugada. Aunque su comportamiento podría levantar sospechas, lo cierto es que al momento de su detención no estaba cometiendo robo alguno.
Sin embargo, el registro corporal reveló que llevaba consigo una soga, un cuchillo, unas pinzas de corte, dos llaves españolas y un destornillador, suficiente, según la policía, para imputarle el delito de “tentativa de robo”. La página, con tono triunfalista, no se detiene ahí y menciona los antecedentes penales de Nelson, reforzando la narrativa de culpabilidad sin pruebas concretas.
Ambos casos reflejan una peligrosa inclinación por criminalizar la mera posibilidad de un delito, sustituyendo el principio de presunción de inocencia por uno de presunción de culpa.
En cualquier sistema judicial mínimamente respetable, la tentativa de un delito requiere evidencias claras de una intención y acción concreta para cometerlo. Aquí, en cambio, se reduce al simple hecho de portar objetos o comportarse de manera “sospechosa”.
Y, como si el problema no fuera lo suficientemente serio, “Con Todos la Victoria” añade una nota de humor involuntario al fallar en algo tan básico como la gramática. En otra publicación de la misma página, confundieron “rollos” con “royos”, un error que podría pasar desapercibido en otro contexto, pero que, viniendo de un medio oficialista, solo evidencia el descuido y la falta de profesionalismo.
Lejos de ser un ejemplo de rigor y seriedad, esta página parece más un escaparate de arbitrariedades y triunfalismos vacíos. Si algo dejan claro estas publicaciones es que, en Cuba, el Estado no solo controla las herramientas que usamos, sino también cómo se narran nuestras vidas. Y peor aún: ni siquiera lo hace bien.
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Redacción Cubanos por el Mundo
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