El béisbol cubano perdió a una de sus figuras más emblemáticas con la muerte de Jorge Luis “Tati” Valdés, quien dejó una huella imborrable en la historia de la pelota en la isla.
Su dominio en el montículo y su legado en los torneos nacionales e internacionales marcaron generaciones de fanáticos y jugadores.
Destacado por una recta poderosa que superaba las 90 millas por hora, Valdés dominó el arte del pitcheo con una combinación letal de cambio de velocidad, slider y curva.
Su especialidad, sin embargo, era el knuckleball, un lanzamiento que desconcertaba a los bateadores y le otorgó fama en las Series Nacionales.
“Se nos fue un grande del pitcheo cubano, nuestro hermano Jorge Luis Valdes (TATI). Muchos conocieron la gran estrella del pitcheo qué fuiste, pero también fuiste un gran ser humano una de las personas más sencillas que conocí. Gracias por tu legado y amistad. EPD hermano, tus amigos siempre te recordaremos”, escribió René Arocha en su cuenta de Facebook.
En 1990, Valdés brilló con Henequeneros de Jovellanos, conduciendo al equipo a la gloria y consolidándose como uno de los mejores lanzadores del país.
En la temporada siguiente, repitió su hazaña y ratificó su estatus de leyenda. Durante su carrera, acumuló 234 victorias, 166 derrotas y dejó una marca de 46 blanqueadas. Además, registró más de 1,900 ponches en más de 3,000 entradas lanzadas.
TAMBIÉN PUEDE LEER: Hipólito Ramos y Jorge Luis Valdés, glorias deportivas en la miseria y abandonados por el castrismo (+VIDEOS)
Su talento trascendió las fronteras cubanas. En Barcelona 1992, subió al podio olímpico con la selección nacional y también participó en campeonatos mundiales en Europa y América, dejando una marca imborrable en el béisbol internacional.
El legado de Jorge Luis “Tati” Valdés sigue vivo en la historia del béisbol cubano, donde su nombre permanecerá como sinónimo de excelencia en el montículo.
Redacción de Cubanos por el Mundo