En un país donde el terror psicológico es una herramienta del Estado y las manifestaciones de odio orquestadas son moneda corriente, Lara Crofs, una reconocida activista, vivía un episodio que parece sacado de un manual de represión.
Según denuncias en redes sociales y mensajes compartidos por la propia afectada, el régimen habría intentado “obsequiarle” un acto de repudio en su propio hogar, un siniestro “clásico” de la maquinaria opresora.
Una visita nada amigable
Todo comenzó cuando tres personas desconocidas se apostaron frente a la casa de Crofs el mismo día en que quedó sin conexión a Internet, un detalle que resulta demasiada coincidencia para no levantar sospechas. Una vecina avisó que estos individuos preguntaban si ella se encontraba en casa, y al parecer, los refuerzos no tardaron en llegar: de tres, el grupo creció hasta unas veinte personas, según los testigos. Entre ellos, seguramente no faltó el ciudadano comprometido que más tarde pedirá asilo político en Miami, lamentándose de haber sido “víctima de actos de repudio”.
Crofs, consciente del peligro que esto implicaba para su seguridad y la de su padre, de 87 años, optó por protegerse dentro de su casa.
“Si ustedes deciden hacer uso de su fuerza y poder para cometer cualquier tipo de violación contra mi persona y a mi papá le pasa algo, no voy a responder de mí”, advirtió en un mensaje lleno de firmeza y determinación.

El terror psicológico como política de Estado
En un gesto que habla mucho del ADN del régimen cubano, estas acciones no son eventos aislados, sino una estrategia bien calculada para sembrar el miedo. Los actos de repudio, lejos de ser simples demostraciones de “revolución en las calles”, son más bien espectáculos públicos de linchamiento moral y psicológico, dirigidos a deshumanizar a los disidentes.
Con estas acciones, el régimen parece justificar su inclusión en la lista de países patrocinadores del terrorismo, que mantiene Estados Unidos. Porque, ¿qué otra cosa es un sistema que organiza multitudes para acosar y aterrorizar a quienes piensan diferente?
¿Por qué mejor no movilizar toda esa gente para recoger la basura que, a menos de 100 metros de la casa de Lara Crofs, se acumula en una esquina?
Un boomerang repulsivo
La ironía de todo esto radica en el destino de muchos de los protagonistas de estos “espectáculos revolucionarios”. En un abrir y cerrar de ojos, algunos de los mismos que gritaban consignas y tocaban cazuelas frente a la casa de algún opositor, terminan huyendo del país. Y cuando llegan a la oficina de inmigración estadounidense, ¿cuál es una de las razones que exponen para pedir asilo? Que fueron víctimas de actos de repudio. Porque, claro, la doble moral también parece tener carta de residencia en esos casos.
Un desenlace con lecciones
Afortunadamente, la presencia de vecinos solidarios y el respaldo en redes sociales lograron desactivar esta situación antes de que escalara. Las personas que se habían congregado frente a la casa de Crofs finalmente se retiraron, dejando atrás un episodio que no debería repetirse, pero que lamentablemente es parte del “manual”.
Lara Crofs ha demostrado una valentía que deja claro que el miedo, aunque sea una herramienta poderosa, no siempre logra sus objetivos. Este evento, una vez más, evidencia cómo el régimen cubano perpetúa el terror psicológico como parte de su estrategia de control, y al mismo tiempo, cómo el apoyo ciudadano puede hacer una diferencia vital en la protección de quienes son blanco de estas arremetidas.
Lara Crofs es una activista cubana reconocida por su labor humanitaria, especialmente en casos de salud infantil. Uno de los casos más destacados en los que ha participado es el de Amanda Lemus Ortiz, una niña espirituana de dos años que padecía atresia de las vías biliares, una enfermedad que requería un trasplante de hígado urgente.
Ante la imposibilidad de realizar la operación en Cuba debido a la falta de recursos médicos, Lara Crofs lideró una campaña de recaudación de fondos y concienciación en redes sociales para obtener una visa humanitaria y trasladar a Amanda a España para recibir el tratamiento necesario. Gracias a estos esfuerzos, Amanda fue admitida en el Hospital Universitario La Paz de Madrid, donde fue sometida a un trasplante de hígado. Tras varias intervenciones quirúrgicas, la niña ha mostrado signos de recuperación.
La labor de Lara Crofs en este caso no solo involucró la movilización de recursos financieros, sino también la coordinación con profesionales médicos y el apoyo constante a la familia de Amanda durante todo el proceso. Su dedicación y compromiso fueron fundamentales para que Amanda pudiera acceder al tratamiento que necesitaba fuera de Cuba.
Este es solo un ejemplo del activismo humanitario que realiza Lara Crofs, quien continúa trabajando en favor de aquellos que requieren asistencia médica y apoyo en situaciones críticas.
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Redacción Cubanos por el Mundo