En el hospital pediátrico Paquito González Cueto de Cienfuegos, Lisbeth, una estudiante de tercer año de Medicina, enfrenta una realidad que dista mucho de sus expectativas.
Tras pasar por varios policlínicos, esperaba que en una institución de prestigio como este centro las condiciones fueran mejores.
Sin embargo, la falta de personal y recursos ha llevado a que los estudiantes asuman responsabilidades que van más allá de su formación, desde limpiar hasta realizar reparaciones básicas en las instalaciones.
La crisis en el sector sanitario cubano, agravada por la migración de profesionales y salarios poco competitivos, dejó un vacío que los estudiantes intentan llenar y que es injusto para ellos.
Según el último anuario estadístico, entre 2022 y 2023, el sector de Salud Pública y Asistencia Social perdió 44.200 trabajadores, de los cuales al menos 32.000 eran médicos. Esta situación ha convertido a los estudiantes en un recurso indispensable, aunque no siempre se les asignen tareas acordes a su preparación.
“En mis guardias he conducido a pacientes en sillas de ruedas y camillas. He tenido que poner inyecciones y hasta limpiar la consulta cuando no hay personal de limpieza”, relata Lisbeth a 14yMedio.
Además, señala que tanto pacientes como médicos deben llevar su propia comida para garantizar una alimentación adecuada, una práctica que se ha normalizado ante las carencias del sistema.
Los estudiantes, a diferencia del personal sanitario, no tienen la opción de cambiar de centro o solicitar una baja.
Abandonar sus prácticas podría costarles el diploma o enfrentar sanciones severas. Esta obligatoriedad los expone a jornadas extenuantes y a tareas que poco tienen que ver con su formación.
“A veces he terminado la guardia y no he podido irme a casa a dormir, tomar un café o ducharme”, comenta otro joven que realiza prácticas en el Hospital General Universitario Dr. Gustavo Aldereguía Lima.
En algunos casos, los estudiantes han tenido que llevar bombillos desde sus hogares para iluminar áreas del hospital o reparar falsos techos para evitar que caigan sobre los pacientes.
“A veces me parece que me voy a graduar de técnico en reparación en lugar de médico”, bromea el joven, pero con frustración.
Lisbeth también denuncia prácticas poco éticas entre algunos colegas, como priorizar a pacientes “recomendados” o aquellos que ofrecen regalos a cambio de atención médica.
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Redacción Cubanos por el Mundo
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