Dicen que el destino es caprichoso, y cuando se trata de los otrora propagandistas del régimen cubano, por X o por Y, con la estrategia que sea, parece tener un sentido del humor tan ácido como la realidad que ayudaron a moldear.
La reciente reunión en Houston entre Julita Osendi y Magdiel Pérez, de la que la propia Julita nos ha hecho saber, es una de esas escenas que, si las hubieran escrito en una telenovela, nos parecerían demasiado inverosímiles. Pero ahí están, compartiendo sonrisas en la tierra del Tío Sam, lejos de la Plaza de la Revolución y de sus viejos micrófonos ideológicos.
El encuentro entre ambos fue anunciado por la propia Osendi en su cuenta de Facebook. Con emoción, relató cómo en apenas unas horas ya había reencontrado a varios amigos, incluyendo al “excelente comunicador” Magdiel Pérez. También aprovechó para promocionar el programa de este último, “Gente como uno”, que se transmite en redes sociales. Un título apropiado para alguien que hasta hace poco no habría considerado “gente como uno” a los miles de cubanos que, como él, encontraron en EE.UU. la libertad que antes demonizaban.
Julita, la misma que convirtió la crónica deportiva en una oda al Comandante, y Magdiel, la voz engolada que, con pasión casi religiosa, convocaba a la gente a llenar las Tribunas Antimperialistas, ahora comparten un cafecito texano y un “¿cómo te va por aquí?”. Para quienes crecimos escuchándolos en los medios oficiales de la isla, esta imagen es la cúspide de la ironía.
Osendi, quien micrófono en mano prácticamente les exigía a los atletas que dedicaran sus medallas a Fidel Castro antes que a sus propias madres, se presenta ahora como una figura renovada en Estados Unidos. Tras su jubilación en 2014 y su posterior mudanza a Cape Coral, Florida, ha dado entrevistas en las que admite errores y dice haber cambiado su forma de pensar. Claro, porque a 90 millas de La Habana el aire se respira diferente y las ideas también.
Por su parte, Magdiel Pérez hizo su entrada triunfal en territorio estadounidense luego de una salida discreta de Cuba. Según informaron fuentes en su momento, su llegada causó un pequeño sismo en el Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT), donde aún resonaba su voz en anuncios electorales y propagandas patrióticas. El hombre que con tono marcial llamaba a la unidad revolucionaria y a las movilizaciones masivas, ahora es un ciudadano más en Houston, publicando fotos con su madre y asegurando que no está confirmando su ubicación “por seguridad”.
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En el exilio, donde todos tienen derecho a reinventarse, la memoria es a veces selectiva. La coherencia, un bien escaso. Y la ironía, una joya invaluable. Que Julita y Magdiel disfruten su café texano. Que hablen de la vida, de los recuerdos y del nuevo futuro que abrazan. Pero que no nos pidan olvidar quiénes fueron y lo que representaron. Porque si algo nos ha enseñado la historia cubana es que, a la larga, la verdad siempre encuentra su camino.