Si hay algo en lo que el gobierno cubano insiste es en presumir la esperanza de vida de los cubanos, que en 2024 cerró en 78 años, según Invasor. Sin embargo, lo que no dicen es que llegar a la tercera edad en Cuba es una condena a la precariedad. En un país donde las pensiones no cubren ni lo mínimo, la vejez deja de ser una etapa de descanso para convertirse en una lucha diaria por la supervivencia.
El envejecimiento de la población es un problema irreversible. En 2019, el 20,8 % de los cubanos tenía 60 años o más; para 2022 la cifra subió a 22,3 %, y las proyecciones indican que para 2030 uno de cada tres cubanos será un adulto mayor.
Mientras tanto, el país sigue sin implementar medidas efectivas para garantizar su bienestar. La jubilación, lejos de ser un respaldo, se ha convertido en una burla. Con el alza de precios y la inflación descontrolada, los ancianos que dependen de su pensión viven en una precariedad absoluta.
Según Invasor, los hogares de ancianos no tienen capacidad para atender la creciente demanda y las casas de abuelos son insuficientes.
Quienes no pueden acceder a estos centros deben depender económicamente de sus familiares, cuando los tienen, o lanzarse a la calle a vender lo que sea para completar su sustento. La falta de medicamentos, que afecta a toda la población, golpea aún más a los ancianos, quienes muchas veces no pueden acceder a los tratamientos que necesitan.
El sistema de atención al adulto mayor, que supuestamente garantiza protección a este sector, es ineficaz. No hay una regulación legal clara que los ampare, ni políticas públicas enfocadas en resolver sus necesidades. La escasez de efectivo y la digitalización forzada de los pagos han complicado aún más el cobro de las pensiones, dejando a muchos ancianos en una situación de vulnerabilidad extrema.
El envejecimiento de la población no es un fenómeno exclusivo de Cuba, pero la diferencia es que en otros países hay estrategias para garantizar una vejez digna.
En la isla, en cambio, se sigue improvisando, dejando a los mayores en el abandono. Vivir más años no es un logro si esos años están marcados por la miseria y la desesperanza.
Lea: La contundente respuesta de la madre de Amanda Lemus al médicucho ciberclaria Abel Villamisar