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Ni pan ni pin: así está la cosa en Sancti Spíritus

El olor a pan recién hecho ha desaparecido de los barrios espirituanos. En su lugar queda el tufillo a crisis crónica y la resignación

Con un pan de la bodega, así tuvo que celebrar un cubano su cumpleaños
Ya no hay cake, porque no hay harina. Pero tampoco hay harina para comer pan. Foto: Facebook

La sabiduría popular cubana no falla, y en Sancti Spíritus ahora mismo no hay ni pan ni pin. La harina de trigo se ha vuelto un tesoro mítico, digno de aparecer junto al unicornio azul de Silvio. Las colas en la panadería privada de la calle Céspedes son más largas que la lista de excusas del Gobierno. Y, para rematar, solo venden cinco panes por cabeza. Eso sí, si te llevas a toda la familia, abuela incluida, quizá llenes la jaba.

Los espirituanos se han vuelto estrategas de guerra para lograr desayunar. Los que pensaban que la miseria era exclusiva de las panaderías estatales se han dado cuenta de que la crisis no discrimina: también alcanzó a las mipymes. Las mismas que llegaron con la promesa de salvar la economía y ahora reparten migajas con sistema de racionamiento incluido.

Una mujer en la fila resoplaba bajo el sol: «Pensaba que esto solo pasaba con el pan del Estado». Pero no, el privado también anda en las mismas. Los apagones y la falta de harina tienen a los panaderos rezando a San Gas y Santa Luz. Algunos intentaron resistir, pero cuando el pan se les empezó a agriar en el horno por los cortes de electricidad, colgaron los guantes.

El precio del pan, por supuesto, también ha subido como el arroz y el boniato, señala 14ymedio. Una barra que antes costaba 85 pesos ahora se cotiza entre 100 y 130, y la bolsa de palitroques ya anda por 250. Eso si tienes suerte y consigues, porque, como bien dice José Pascual, un jubilado que peregrina desde Los Olivos al centro: «Antes pasaban pregonando pan calentico, ahora lo que pasan son los apagones».

El olor a pan recién hecho ha desaparecido de los barrios espirituanos. En su lugar queda el tufillo a crisis crónica y la resignación a que, en esta isla, la creatividad del cubano no basta cuando el horno está apagado. Ni pan ni pin. Y lo peor: nadie sabe cuándo volverá a haber.

Y tampoco hay azúcar, del patio. La que está viniendo es Brasil, cuando viene. Así que aquel mítico y salvador pan con azúcar que todos nos comíamos cuando veníamos de la escuela, mamá no estaba en la casa, teníamos hambre y no sabíamos hacernos nada en la cocina, tampoco podremos comérnoslo.

Y es que es eso. Es así. El cubano lo sabe. En esa isla no hay ni pan ni pin.

Lea: ¡El colmo! Brasil regalándole azúcar a Cuba

Written by Redacción CPEM

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