La reciente detención de Kleisy Suárez, un hombre de 37 años, licenciado en Terapia Física y Rehabilitación y testigo de Jehová, sacudió a la comunidad de Manzanillo, en la provincia de Granma.
Suárez, padre de dos niñas y conocido por su carácter afable y solidario, fue arrestado por posesión y comercialización de medicamentos, tanto importados como de fabricación nacional, en su vivienda ubicada en la calle Cocal, entre Tívoli y Concordia.
Durante el operativo policial, las autoridades incautaron una cantidad significativa de medicamentos y materiales sanitarios, incluyendo antibióticos, analgésicos, antihistamínicos, fármacos para la presión arterial, colirios, ungüentos, jeringuillas y material para suturas. Estos productos, que escasean en las farmacias estatales, eran promocionados a través de redes sociales y vendidos a domicilio a precios inferiores a los del mercado informal.

Según testimonios de vecinos, Suárez comenzó vendiendo medicamentos que le enviaban familiares desde Estados Unidos, pero luego amplió su oferta con productos de origen nacional, cuya procedencia está bajo investigación.
Aunque sus precios eran más accesibles que los de otros vendedores informales, su actividad ilegal generó un intenso debate en la comunidad.
La detención de Suárez ha dividido a los habitantes de Manzanillo, pues por un lado, algunos residentes, como Ismael, de 73 años, expresan su apoyo a las medidas enérgicas contra la venta ilegal de medicamentos.
“Si fuera por mí, que los recojan a todos y los manden para la agricultura, para que sepan lo que es trabajar”, afirma. “Los precios están por las nubes, y esa gente tiene explotado al pueblo”.
Por otro lado, otros vecinos, como Georgina, una ama de casa, muestran compasión hacia Suárez. “No creo que lo hiciera por avaricia, sino por necesidad”, comenta. Georgina, quien compró medicamentos a Suárez en varias ocasiones, asegura que la situación le ha causado angustia y culpa. “Todos los días oro por él y su familia. Debí haber actuado de otra manera”.
José, un vecino de Suárez, explica que el detenido trabajaba en una Sala de Rehabilitación, pero su salario no era suficiente para mantener a su esposa e hijas. “Él empezó a vender lo que le mandaban sus familiares para poder subsistir”, relata.
Mientras tanto, el caso de Kleisy Suárez sigue generando debate, poniendo en evidencia las complejidades de un sistema de salud que no logra satisfacer las necesidades básicas de la población, y la difícil situación de quienes, como él, recurren a la venta informal para sobrevivir.
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Redacción Cubanos por el Mundo