Un nuevo episodio de violencia sacudió las calles de La Habana cuando un pequeño estudiante, que apenas comenzaba su día rumbo a clases, terminó como blanco de la delincuencia descontrolada que azota la isla.
Ocurrió en San Miguel del Padrón, donde el menor caminaba hacia la Secundaria Básica Alejandro Herrera. Allí, cerca de la intersección de 4ta y Callejón de los Rizos, un ladrón lo interceptó, le arrancó su mochila y tiró sus libros por el suelo sin el menor reparo.
La madre del niño, Nanette Ortiz, levantó su voz en redes sociales para exponer el suceso que marcó la mañana del lunes. Relató que su hijo salió de casa a las 11, confiado en llegar a su escuela como cualquier otro día.

Sin embargo, poco después, una llamada de la maestra rompió la calma: el pequeño había sido víctima de un robo a plena luz del día. Aunque no sufrió daños físicos, el impacto emocional y la sensación de vulnerabilidad quedaron grabados en la familia.
El caso desató una oleada de reacciones entre vecinos y conocidos, quienes no tardaron en mostrar su apoyo. Algunos ofrecieron reemplazar la mochila perdida, mientras otros compartieron su propia impotencia frente a una realidad que se repite con demasiada frecuencia, tanto en La Habana como en el resto de la isla.
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En los últimos meses, historias como esta se han estado multiplicando de forma descontrolada: niños y adolescentes asaltados por sus pertenencias —celulares, ropa, cualquier cosa de valor— se convirtieron en una constante en barrios de toda Cuba.
Sin embargo, el régimen castrista prefiere mirar hacia otro lado. Su policía, tan rápida para reprimir a quienes alzan la voz contra la dictadura, brilla por su ausencia cuando se trata de enfrentar a los verdaderos criminales.
Redacción de Cubanos por el Mundo