En La Habana Vieja, un grupo de ciudadanos decidió tomar la justicia en sus manos, cuando una turista belga de 73 años fue víctima de un robo violento por un hombre la arrojó al suelo para quitarle su teléfono móvil.
La escena, captada por una cámara de vigilancia, se volvió viral tras ser compartida en la página de Facebook Ransel Londres, un perfil ligado al Ministerio del Interior (MININT).
Los transeúntes no dudaron en intervenir. Con una mezcla de indignación y rapidez, lograron reducir al agresor y recuperar el dispositivo robado antes de que este pudiera escapar. “El rápido actuar de la gente del barrio permitió coger al malhechor y recuperar el teléfono celular y devolvérselo a la señora. Y bueno, ya saben, llegaron los policías y para la estación”, escribió Londres en su publicación.
Mientras tanto, la policía, una vez más, brilló por su ausencia en el instante crucial. En La Habana y en toda Cuba, las comunidades seguirán enfrentándose solas a la delincuencia, porque las autoridades, incapaces de proteger a la ciudadanía, se limitan a reprimir a los inocentes.
Esta situación no hace más que agravar el día a día de un pueblo ya golpeado por la miseria y el abandono. El aumento de robos y actos violentos en La Habana, pone en evidencia la descomposición social que atraviesa el país.

Los testimonios de quienes presenciaron el ataque coinciden en un punto: la brutalidad del ladrón al derribar a la anciana desató una reacción inmediata entre los presentes, hartos de la impunidad que reina en las calles.
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Ransel Londres, en su post, intentó rescatar un mensaje optimista: “Para enfrentar estas tendencias negativas que existen en nuestra sociedad, se debe tener un carácter integral, con participación y control popular, que fortalece la unidad de nuestro pueblo”.
Sin embargo, sus palabras suenan vacías cuando se omite la raíz del problema: una crisis económica devastadora, fruto de décadas de decisiones desastrosas por parte del castrismo, que han perpetuado la pobreza y el caos.
La delincuencia escala sin control, y los cubanos, abandonados por un sistema que solo sabe oprimir a los indefensos, seguirán dependiendo de su propia valentía para sobrevivir en un país donde la seguridad es un lujo inalcanzable.
Redacción de Cubanos por el Mundo