En las calles de La Habana, un cubano que utiliza su automóvil para apoyar a sus vecinos se encontró con un obstáculo: la persecución de los esbirros del régimen castrista.
Alex Otaola, en su programa Hola! Ota-Ola, destacó este caso como un ejemplo de la opresión y violencia que enfrentan los cubanos en el día a día, tanto en la capital como en el resto del país.
“Está tratando de ganarse la vida con su carrito, el suyo, el que nadie le regaló; el suyo, que nadie le da las piezas de repuesto; el suyo, que tiene que comprar la gasolina. No puede hacer nada porque la policía mira lo que le hace a él”, dijo el influencer en su popular show.
El incidente ocurrió cuando el conductor, tras recoger a algunos conocidos, fue detenido por una patrulla identificada con el número 255. El oficial a cargo impuso una sanción sin fundamento claro, argumentando que el vehículo no podía usarse para transportar a nadie, a pesar de ser propiedad privada del conductor.
Además, la situación escaló cuando este cubano intentó grabar el altercado, lo que provocó que las autoridades amenazaran con esposarlo.
Lejos de ser un hecho aislado, este episodio refleja un patrón de control que muchos experimentan en La Habana y en cada rincón de la isla comunista.
El conductor cubano explicó que los policías exigen documentación específica, como si fueran inspectores de tránsito, pero no aplican las mismas reglas cuando ellos mismos solicitan favores, como ser trasladados en autos particulares.
“Para que vean lo que está pasando aquí en La Habana con la gente, oficiales, porque ahora ellos te paran y te piden el papel de boteo como si ellos fueran inspectores en la patrulla. No están para inspeccionar carro a ver si tú estás boteando, si tú estás recogiendo gente”, se le escucha decir al ciudadano víctima de los esbirros.
La multa, que no llegó a firmar porque los oficiales se retiraron al notar que los grababan, quedó como un símbolo de lo que él describe como una “estructura mafiosa” donde reclamar no conduce a soluciones.
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El influencer cuestionó a aquellos que, en algún momento, han estado de acuerdo con subir a sus carros particulares a los esbirros que tarde o temprano terminarán reprimiéndolos, ya sean con multas o violencia física.
“No, porque cuando yo los monto a ellos en el carro, ¿quién te manda a recoger a ningún policía? ¿Quién te manda a ayudar a ningún militar? Si todos ellos forman parte de una cadena represiva que te está apretando el cuello cual bestia amarrada a un árbol”, aseveró.
El relato culmina con un llamado a la reflexión por parte de Otaola. Aunque no terminó en prisión ese día, es posible que el conductor, la próxima vez, no tenga tanta suerte.
Su mensaje final es un grito de resistencia: los cubanos enfrentarán estas injusticias mientras sigan bajo un régimen que limita sus derechos más básicos. La libertad, afirmó, no llegará sola; requiere que la gente se levante y desafíe las cadenas que los atan.
Redacción de Cubanos por el Mundo