En las calles del boulevar de La Habana, una valiente mujer de 88 años enfrenta sola las penurias de la vida, ofreciendo refrescos y caramelos a quienes pasan por allí.
Su historia, capturada en un video que recorre las redes sociales, expone la crudeza de un país donde hasta los más ancianitos de Cuba deben pelear en las aceras para subsistir, pues el régimen castrista, indiferente, abandona a sus mayores mientras sus líderes exhiben lujos sin pudor ante el mundo.
Dos jóvenes, conocidos en Instagram como “Los fuera de rosca” y “Exoticjewelry702”, dieron voz a esta abuela al compartir su testimonio. En la grabación, ella relata con voz firme cómo la necesidad la empuja a vender cada día.

Los refrescos y chupa chups, que ofrece a 50 pesos cubanos cada uno, son su sustento. Cuando la suerte la acompaña, logra vender hasta 20 unidades, pero todo depende de lo que consiga comprar antes.
Trascendió además que la ancianita vive con su nieto, y juntos enfrentan un sistema que les da la espalda, como a muchísimos otros a lo largo y ancho de la isla comunista.
De hecho, la anciana no oculta su desprecio por el comunismo implantado por Fidel Castro hace casi 70 años. “Nací en 1936, viví cuando Grau, cuando Prío y cuando Batista, pero yo con el comunismo no vivo”, sentencia con claridad.
Rememora un pasado donde la pobreza no aplastaba el espíritu, afirmando que antes de 1959, hasta las personas de escasos recursos vivían felices, y añade que con un peso alcanzaba para comer dos veces al día. Hoy, su cuerpo frágil se pierde en ropa vieja, y con amargura suelta: “Ahora, no engordo ni una sola libra”.
El video también destapa la inseguridad que acecha a los ancianos tanto de La Habana como del resto del país. Ella confesó que unos ladrones irrumpieron en su hogar y se llevaron su televisor, la “cajita”, los controles remotos y hasta un aparato de presión que su hijo le compró con esfuerzo.
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Sin apoyo estatal, su realidad es un eco del desamparo que sufren miles de personas mayores en Cuba, olvidadas por una dictadura que prioriza sus propios lujos.
Conmovidos por su lucha, los jóvenes que la entrevistaron le entregaron 1.000 pesos cubanos. Ella titubeó al recibirlos, pero ante la insistencia aceptó el gesto, que le permitiría descansar al menos por una jornada de trabajo, lo que significa mucho para ella.
Redacción de Cubanos por el Mundo