En un incidente que expone la fragilidad del control en las calles cubanas, las autoridades detuvieron a Juan Miguel, un hombre que dejó caer una pistola cargada con seis balas mientras se encontraba en una gasolinera de Guanabacoa, en La Habana.
El arresto tuvo lugar en la madrugada del sábado, cuando el sujeto, despreocupado, manipulaba combustible en el Cupet ubicado en la rotonda de la SHER, y el arma se le escapó de las manos en plena vía pública.
Testigos del suceso no tardaron en alertar a la policía, que acudió al lugar y trasladó al individuo a la estación para enfrentar cargos.
Según la página oficialista “La Diosa” en Facebook, alguien observó el momento exacto y dio parte a los agentes. “La misma fue trasladado a la estación. Espero que sepa que eso no está autorizado andar en la vía con ese tipo de arma y que responda ante la Justicia por delito cometido”, señaló el mensaje.

Sin embargo, este caso pone en duda el discurso del régimen castrista, que a través de su aparato de propaganda insiste en vender la imagen de un país donde la delincuencia es combatida con mano dura.
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Nada más lejos de la realidad: en La Habana y en todo el país, son numerosos los ciudadanos que portan armas sin restricción alguna y cometen crímenes impunemente, mientras la dictadura sigue tejiendo un relato que pocos creen.
De hechos, para nadie es un secreto que, en la actualidad, brutales crímenes tanto con armas de fuego como con arma blanca se reportan a diario a lo largo y ancho de la isla comunista, por lo que los intentos del régimen de ocultar la realidad se desmoronan cada vez más.
Redacción de Cubanos por el Mundo