A medida que se acerca el 1 de junio, fecha que marca el inicio oficial de la temporada de huracanes en el Atlántico, los especialistas de la Universidad Estatal de Colorado (CSU) dieron a conocer el jueves sus proyecciones para 2025.
Anticipan un año movido, con 17 tormentas que recibirán nombre, de las cuales 9 evolucionarán hasta convertirse en huracanes y 4 alcanzarán la fuerza de categoría 3 o superior, con vientos que superarán las 111 millas por hora.
Estas cifras rebasan los promedios históricos de 14 tormentas con nombre, 7 huracanes y 3 de gran intensidad, calculados con base en 30 años de registros.
Las temperaturas del océano jugarán un rol clave en estas estimaciones. Aunque las aguas del Atlántico se enfriaron ligeramente esta primavera en comparación con los récords extremos de 2024, los trópicos profundos, especialmente en el Caribe y el oeste del Atlántico, mantienen un calor inusual.
Alrededor del 44% de la Región de Desarrollo Principal (MDR) registra temperaturas cercanas a niveles históricos, un área significativa, aunque menor al 90% que se observó el año pasado.
Este enfriamiento más notable cerca de África podría ser una señal esperanzadora de una temporada menos intensa que las recientes, pero los expertos advierten que aún es pronto para confirmarlo.
Otro elemento que influirá en el desarrollo de la temporada de huracanes será la posible llegada de El Niño o La Niña en el Pacífico oriental hacia finales del verano.
Si se instala El Niño, con aguas cálidas en esa región, la actividad de huracanes en el Atlántico podría disminuir debido a una mayor cizalladura del viento. Por el contrario, La Niña, con aguas frías, tiende a favorecer tormentas más fuertes y frecuentes.
Actualmente, los modelos sugieren que predominarán condiciones neutrales, lo que no frenará significativamente la formación de ciclones y podría dirigirlos más hacia el oeste, aumentando el riesgo para las costas de Estados Unidos.
Mientras tanto, el Servicio Meteorológico Nacional enfrenta desafíos internos a solo dos meses del arranque oficial. Recortes de personal, que afectaron al 6% de su plantilla en febrero, y una reestructuración impulsada por el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) generan incertidumbre.
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Aunque algunos empleados, como pilotos de los cazahuracanes, fueron reincorporados, las oficinas costeras aún operan con personal reducido, lo que podría complicar la vigilancia y las alertas oportunas.
En resumen, con un océano cálido y condiciones neutrales en el horizonte, el equipo de CSU subraya que 2025 tendrá mayor actividad de lo habitual, con un riesgo elevado de impactos en EE. UU.
A pesar de las incógnitas, una cosa está clara: la preparación será esencial para enfrentar lo que la naturaleza depare este año.
Redacción de Cubanos por el Mundo